En el campo santo de Rincón de Yuboa, la muerte se ha reunido con María Juana Ortiz Portorreal, una de las víctimas del triple homicidio que tuvo lugar en Bonao la tarde del pasado martes. La tristeza es palpable en la familia, que no tuvo la oportunidad de darle el velatorio debido al lamentable estado de descomposición de su cuerpo tras el feroz ataque de Carlos Campusano.
Mientras que Cristina Portorreal, la madre dolida de la fallecida, no alberga rencor, solo anhela que el asesino se arrepienta de su crimen. María deja a cinco hijos huérfanos, fruto de una relación anterior.
Triple crimen en Bonao: homicida confiesa deseo de matar a una cuarta persona
Los habitantes de Villa Liberación en Bonao, donde vivía Ortiz Portorreal, aseguran que su verdugo la celaba constantemente. La comunidad todavía está en shock por lo ocurrido y espera que se haga justicia en el caso.
Mientras que el cuerpo de Mayra Mordán García, de 52 años, quien en vida fuera la esposa de su asesino y el seguridad del residencial donde esta trabajaba, Basilio Lebrón Pinales, de 48, fueron velados la tarde del miércoles y sepultados por sus familiares en el cementerio Caracol del municipio de Bonao.
Francisca Esmeralda García, hija del homicida y de Mordán García, narró que su padre los amenazaba con matarlos constantemente para que su madre regresara a la relación. Su hijo, Víctor Alfonso García, también herido en el incidente, corroboró la versión y señaló que Carlos Campusano quería estar con su esposa y su amante al mismo tiempo.
Aunque lo describen como un hombre violento en casa, ambos hijos lo recuerdan como un "alma de Dios" en la calle. Pero el destino les ha jugado una mala pasada y ahora tendrán que vivir con las consecuencias de sus acciones. En este lugar donde los muertos son recibidos por la tierra, el dolor y la tristeza se mezclan con la esperanza de que algún día se haga justicia por estos actos de violencia sin sentido.
Por redacción de Diario Cibao | Bonao, RD | 27 de abril de 2023.
