Arroyo Gurabo: un renacimiento mágico que surge de una idea oportuna

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Tras la inauguración de la primera fase de saneamiento del Arroyo Gurabo, se presenta una transformación mágica en el Hoyo de Bartola. Esta iniciativa, repito, surgió en el momento más oportuno, especialmente considerando las últimas lluvias que han caído sobre la noble ciudad de los 30 Caballeros, más parecidas a los caprichos del cambio climático que a una temporada lluviosa común en mayo.

Santiago, República Dominicana – Más de cuarenta años viviendo en condiciones de abandono social, promiscuidad e inhumanidad, han soportado los habitantes del Hoyo de Bartola, muchos de ellos niños que no encontraban otra forma digna de jugar más que saltando de un lado al otro de la cañada que lleva el mismo nombre o del Arroyo Gurabo.

Esta cañada, convertida en un desagradable canal urbano al que nos referimos, se encuentra a pocos metros de su desembocadura en lo que una vez fue el río Yaque del Norte, ahora convertido en un vertedero de aguas residuales y basura.

Arroyo Gurabo antes.

Durante más de cuarenta años, un grupo de casas se ha asentado en una pendiente del Arroyo Gurabo, comenzando debajo del puente sobre la Avenida Salvador Estrella Sadhalá, en una configuración arbitraria de callejones que no eran más que pasajes estrechos entre las casas o los aleros, donde se aprovechaba el agua de lluvia y se escuchaban las disputas de los vecinos.

Arroyo Gurabo después.

La parte más antigua del asentamiento se formó en 1970, cuando se construyeron unas pequeñas casas al levantarse la Avenida Hatuey, en el barrio Francisco Caamaño, conocido como Los Ciruelitos.

En ese momento se proyectaba construir un gran puente que conectaría con lo que antes era la pista del aeródromo y la Base Aérea Cibao y Coronel Minaya, hoy en día convertido en el Parque Central de Santiago.

A medida que se planificaba la construcción del puente, se formó un barrio a lo largo de la ribera norte del arroyo, en Los Ciruelitos, al que llamaron Hoyo de Puchula, y en ambos lados y al sur del arroyo Gurabo le llamaron Barrio Los Santos.

Sin embargo, el puente nunca se construyó. Era un insulto por parte del gobierno de turno pretender construir allí una estructura de la magnitud del Puente Hermanos Patiño, que une el sector de la Otra Banda en el barrio Bella Vista, cruzando el antiguo río Yaque, que ahora es una estrecha y maloliente cañada, pero que tiene más de medio kilómetro de ancho y una altura de más de cien metros. En su momento de construcción, esta estructura metálica causó asombro entre los dominicanos.

Las familias que "vivían" en ese conjunto de casas y callejones temían el fatídico momento en que el Departamento de Meteorología y la Defensa Civil anunciaban la posibilidad de que uno o incluso varios huracanes azotaran la isla.

Era un trauma, un miedo indescriptible al agua. Cuando las lluvias de mayo se acercaban, las madres se apresuraban a proteger con todas sus fuerzas sus escasas pertenencias y a sus queridos hijos e hijas, como si estuvieran en una película de terror.

El traslado de estas familias a hogares dignos y la construcción de un canal de concreto armado, con instalaciones modernas como una cancha de baloncesto, un corredor peatonal y una ciclovía, fue una idea oportuna que se demuestra con la alegría mostrada por aquellos que transitan los puentes de Gurabito y la avenida 27 de Febrero, sobre lo que antes era el Hoyo de Bartola.

Ahora se puede observar la diferencia entre la angustiosa vista de casas inundadas y la espera de escuchar en las noticias que algún niño ha desaparecido, y lo que hoy se muestra después de la reciente etapa inaugurada por el presidente Luis Abinader Corona. Fue, lo repito, una idea oportuna, especialmente considerando las últimas lluvias caídas sobre la noble ciudad de los 30 Caballeros, que parecen ser más el resultado del cambio climático que una temporada normal de lluvias en mayo.

Sin querer tomar partido en la historia política local, creo firmemente en la imperante necesidad de continuar con la parte de la agenda que nos corresponde como país firmante de los acuerdos internacionales sobre la readaptación. Al mismo tiempo, debemos hacer cumplir el imperio de la ley y utilizar métodos contundentes contra aquellas personas que construyen en áreas de alto riesgo, como los cauces naturales de agua, como son los arroyos, ríos e incluso partes por debajo del nivel del mar, que en el futuro se convertirán en focos críticos de pobreza visual. Debemos acabar con el enfoque de "padrefamilismo", donde, por el noble hecho de ser padres, llevamos a cabo acciones que perjudicarán a nuestros propios hijos en el futuro.

La famosa Cañada de Guajimia atraviesa el Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo Oeste (por el sector industrial de Herrera) y descarga aguas negras y basura en el Río Haina, lo que ha sido un dolor de cabeza constante para las autoridades. Afortunadamente, se ha intervenido nuevamente para intentar solucionar el vertido de desechos industriales y residuos de los hogares que están a su lado, lo cual se agrava cuando llueve y el agua arrastra la basura hacia abajo, creando obstrucciones, especialmente en la parte más baja, debajo de la Avenida Luperón en la división territorial, donde el terreno es más bajo y la basura acumulada suele caer sobre el puente, cerca de dos grandes comercios de la capital, por donde pasan diariamente miles de vehículos en ambas direcciones.

Hoy en día, el Hoyo de Bartola ya no existe. Ese lugar que antes era sombrío se ha convertido en un espacio turístico y de recreación. Ahora debemos seguir aplaudiendo hasta que desaparezca el Hoyo de Puchula, no debido a los efectos catastróficos de las lluvias, sino gracias a la ingeniosa manera en que nuestros arquitectos e ingenieros están moldeando el entorno físico que nos adentra en una nueva época de desarrollo como país. La agenda continúa avanzando rápidamente, tal como deben hacerlo los políticos que hemos colocado en la cima del poder administrativo de la nación.

Escribe un resumen sobre el texto entre corchetes. [Ahora se puede observar la diferencia entre la angustiosa vista de casas inundadas en tiempos de lluvias y la espera de escuchar en las noticias que algún niño ha desaparecido, y lo que hoy se muestra de después de la inauguración de la primera etapa del saneamiento del Arroyo Gurabo que ha transformado positivamente el Hoyo de Bartola. Fue, lo repito, una idea oportuna, especialmente considerando las últimas lluvias caídas sobre la noble ciudad de los 30 Caballeros, que parecen ser más el resultado del cambio climático que una temporada normal de precipitaciones en mayo.

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