En medio de una disputa ebria, Elvia Estrella, en un acto impulsivo, intentó herir a su esposo, sembrando la tragedia que enluta a Imbert.
Por Valentina Garcia
Imbert, Puerto Plata
Imbert, Puerto Plata, ha sido testigo de una tragedia que ha dejado a la comunidad sumida en un abismo de conmoción. En el pintoresco sector El Club, una familia se vio envuelta en un drama que emana del choque de pasiones desbordadas.
En la penumbra de la noche, Elvia Estrella, una mujer marcada por las cicatrices de un amor tormentoso, se vio arrastrada por la vorágine de una discusión acalorada con su pareja, Yoel Diloné Báez. Un forcejeo de sentimientos oscuros, aliñado por el amargo licor, tejió el tapiz de un destino cruel para su pequeño retoño de tan solo 7 años.
Los albores de la disputa revelaron un conflicto familiar impregnado de desesperación y desamor. Bajo los efectos embriagadores del alcohol, las lenguas se soltaron, y los golpes resonaron en el aire denso de la noche caribeña. En medio del caos, un machete se convirtió en el instrumento fatídico que cambiaría para siempre el destino de la familia Estrella.
El pequeño, víctima inocente de las circunstancias, recibió el impacto de la hoja afilada durante el forcejeo entre sus progenitores. La violencia, impregnada de la trágica danza de la ira y el dolor, dejó una herida mortal en el corazón del niño, que fue llevado en un último suspiro al Hospital Arturo Grullón de Santiago de los Caballeros donde falleció.
El trágico giro de los acontecimientos se desencadenó cuando Elvia, en un acto impulsivo motivado por el dolor físico y emocional, arremetió con el machete contra el responsable de su sufrimiento, Yoel. Un golpe en su ojo fue la chispa que encendió la tragedia, desencadenando una reacción que sellaría el destino de su propio hijo.
Imbert, envuelto en la neblina del dolor, llora la pérdida de un inocente y enfrenta el desafío de comprender cómo el amor puede transformarse en una tormenta que, en un instante, barre con todo a su paso. La tragedia de los Estrella resuena como un eco sombrío en las calles de El Club, recordándonos que, a veces, el amor puede ser tan letal como un machetazo en la oscuridad.
