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Por Carlos Ricardo Fondeur Moronta
El desafuero diplomático a la Embajada de México en Ecuador marca un antes y un después, así como una alerta internacional. Tampoco se puede pasar por alto la posibilidad de que ocurra lo mismo con el embajador y la legación diplomática de República Dominicana en esa nación sudamericana.
Es nuestro deber ciudadano llamar al presidente Luis Rodolfo Abinader para que preste especial atención al caso y disponga, de manera inmediata, el retorno al país de nuestro embajador y del personal diplomático, hasta que se aclaren los hechos en los que está envuelto el gobierno de Ecuador en relación con el asalto a la legación de México en Quito ocurrido la semana pasada.
Aunque nuestros gobernantes siempre han mostrado una conexión con regímenes como el que gobierna Ecuador y las políticas de relaciones exteriores suelen obedecer más al servilismo que a la realidad, es prudente solicitar al presidente Abinader que dé un permiso a nuestro embajador, sin colocar a su segundo al mando, lo que no debería generar comentarios ni objeciones que pongan en duda las relaciones bilaterales entre ambos Estados, de manera preventiva.
Lo ocurrido en la madrugada del 20 de diciembre de 1989, cuando tropas especiales de EE. UU. invadieron Panamá con el objetivo de apresar al general Manuel Noriega por un supuesto caso de narcotráfico, violando los convenios internacionales de protección a las legaciones, fue el inicio de otras acciones, de las cuales el ataque perpetrado contra la embajada y el embajador de México en Ecuador es solo la punta visible del iceberg. Lo demás está oculto.
Más recientemente, la semana pasada, la embajada iraní en Turquía fue bombardeada. La situación está escapando de control y en Haití se espera que ocurran casos similares, dada la explosiva situación de esa sociedad.
Como resultado de la acción contra la legación mexicana, los gobiernos de Panamá, Costa Rica y República Dominicana elevaron una protesta ante el gobierno de Ecuador por las acciones violentas de agentes de seguridad del Estado ecuatoriano para detener al ex vicepresidente Jorge Glas en plena medianoche. La mayoría de las naciones guardan un cómplice silencio.
La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 establece que los locales de las legaciones diplomáticas son inviolables y que los agentes del Estado receptor no pueden penetrar en ellas sin el consentimiento del jefe de la misión. En este caso, el embajador de México no dio su aprobación. Debemos mantener posiciones firmes y claras como nación. Mayo está a la vuelta de la esquina.
El autor es un periodista y crítico de cine residente en Santiago de los Caballeros, República Dominicana.
