Tragedia anunciada en Santiago: Advertencia de Esteban Rosario desvela el inminente colapso del puente Hermanos Patiño

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En la encrucijada del tiempo y la indiferencia, la advertencia profética del periodista Esteban Rosario sobre el colapso del puente Hermanos Patiño resuena como un eco desatendido, mientras la estructura yace al borde del abismo.

Por Valentina Garcia

Santiago, República Dominicana.- En un rincón olvidado de Santiago, el veterano periodista Esteban Rosario ha lanzado una advertencia que resuena como un lamento premonitorio: el puente Hermanos Patiño, joya del trujillato, se encuentra al borde de su colapso inminente. Entre sombras y desidia gubernamental, Rosario desentraña una historia de deterioro crónico.

Las imágenes audiovisuales, difundidas con el peso de la verdad, desnudan las entrañas podridas de la infraestructura, como los secretos guardados por años. Entre susurros de indignación, Rosario se pregunta en su característico tono mordaz: "¿Dónde demonios está el ministro de Obras Públicas, Deligne Ascensión? ¿Se encuentra durmiendo en medio del peligro inminente? ¿Quién responde por el mantenimiento de estos puentes que son testigos del tiempo?"

Con más de una década de advertencias proféticas, Rosario advierte con pesar: "Cuando caiga, entonces lo lamentaremos". Sus palabras resuenan como el eco de un destino inexorable mientras señala que el puente, como un anciano envejecido, no solo sufre el embate del tiempo, sino que sus cables tensores, tejidos con la paciencia de los años, también se deshacen en la putrefacción.

La voz de Rosario no está sola en la oscura sinfonía de advertencias. Otros comunicadores, sombras en la penumbra de la negligencia gubernamental, han alertado en vano sobre el progresivo deterioro, clamando por el mantenimiento que el puente merece.

Esta pasarela, testigo silente de la historia, se alza como un vínculo esencial en el tejido económico y social de la provincia Santiago. Conecta el norte con el sur, siendo el sendero diario de miles de conductores que cruzan sus tablones gastados hacia destinos diversos, inconscientes del peligro latente.

En medio del silencio cómplice de las autoridades, Rosario alza su voz como una profecía sin respuesta. Ninguna autoridad gubernamental ha respondido a su llamado de auxilio, y la supervisión de la obra, como los días en el calendario, se desvanece en la indiferencia.

En la penumbra de la incertidumbre yace la pregunta: ¿Existen planes de contingencia o solo somos testigos de la impavidez ante la inminencia de la tragedia? El eventual colapso no solo hará añicos la estructura de acero y concreto, sino que también resonará como un estruendo que dañará la reputación de quienes deberían velar por su integridad, en especial, el ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, Deligne Ascensión. Santiago, envuelto en sombras y advertencias no escuchadas, aguarda la respuesta a un destino anunciado.

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