En un país donde la fe y la política entrelazan sus destinos, la decisión de la Iglesia Católica de respaldar a Omar Fernández podría inclinar la balanza cambiando el curso de las elecciones en República Dominicana.
Por Valentina Garcia
Diario Cibao
SANTO DOMINGO. — Como el anuncio de un milagro en medio del fervor dominical, la Arquidiócesis de Santo Domingo ha lanzado un dictamen que ha sacudido los cimientos de la política criolla. En un acto que muchos califican como inusual, la Iglesia Católica ha señalado con un dedo divino a Omar Fernández, postulante al senado por el Distrito Nacional bajo el estandarte de la Fuerza del Pueblo (FP), como la opción predilecta para las próximas elecciones congresuales del 19 de mayo.
El documento, un tomo imponente de 69 páginas, ha sido recibido con asombro y expectación en un país donde la fe y la política se entrelazan como las raíces de un árbol antiguo. En sus páginas, la Iglesia ha sopesado y medido, como los antiguos escribas, las virtudes de los candidatos, y solo uno ha emergido de la pila de papeles como el elegido: Omar Fernández, el joven político cuyo apellido lleva consigo el peso de una dinastía.
La decisión eclesiástica ha causado un remolino en el escenario político dominicano. La depuración de candidatos, realizada con la delicadeza de un cirujano, ha señalado a Fernández como el único capaz de encarnar los ideales de la iglesia, de defender los valores familiares que constituyen la esencia misma de la fe católica. Y así, en un abrir y cerrar de ojos, Fernández ha pasado de ser un candidato más entre la multitud a convertirse en el elegido, el ungido por la mano divina.
Pero este respaldo no es solo un gesto simbólico. En un país donde la voz de la iglesia sigue resonando en los corazones de sus fieles, este apoyo puede inclinar la balanza electoral de manera decisiva. Guillermo Moreno, el rival político de Fernández y candidato del Partido Revolucionario Moderno (PRM), ahora se encuentra en una encrucijada. Obligado a redoblar sus esfuerzos en la recta final de la campaña, Moreno enfrenta el desafío de desafiar la voluntad divina, de enfrentarse al favor celestial que ha sido otorgado a su contrincante.
Ante esta inesperada bendición, Omar Fernández ha recibido el respaldo con humildad y gratitud, atribuyendo este gesto de apoyo a su compromiso con la vida y sus acciones en defensa de los más vulnerables. Con su nombre grabado en ocho casillas en la boleta senatorial de la capital, Fernández se alza como la esperanza encarnada en un país donde la política y la religión caminan de la mano, como dos amantes eternos que bailan al ritmo de un mismo tambor.
