Un penetrante olor procedente de las granjas porcinas cercanas al aeropuerto sorprendió y generó quejas de turistas y pasajeros. La situación abre el debate sobre la salubridad local.
Por John Santos
La madrugada del jueves 12 de diciembre, un inesperado episodio de contaminación olfativa desató el malestar entre los usuarios del Aeropuerto Internacional del Cibao, ubicado en la comunidad de Uveral, en el municipio de Licey al Medio, provincia Santiago. El penetrante hedor a pocilga, proveniente de las granjas porcinas cercanas, sorprendió tanto a turistas como a residentes, quienes mostraron su indignación por la incomodidad sufrida en una de las terminales aéreas más importantes de la República Dominicana.
El desagradable olor no solo generó incomodidad, sino que dejó una fuerte impresión entre los pasajeros internacionales que llegaban al país. “Es lamentable que nuestra primera impresión de República Dominicana sea esta. Nunca imaginé encontrar algo así en un aeropuerto”, expresó una visitante procedente de Miami.
La raíz del problema
El área circundante al aeropuerto ha sido tradicionalmente una región agrícola con una alta concentración de granjas porcinas. Estas explotaciones existían mucho antes de la construcción de la terminal aérea, lo que, hasta ahora, no había representado mayores conflictos. Sin embargo, las condiciones climáticas recientes, caracterizadas por una falta de viento y alta humedad, podrían haber intensificado la propagación del olor.
Especialistas locales han señalado que el aumento de las actividades humanas en la zona, así como el crecimiento del tráfico aéreo, han incrementado la exposición a los olores provenientes de estas actividades agrícolas. “El aeropuerto fue diseñado en una región históricamente ganadera, pero nunca se adoptaron medidas que mitigaran este tipo de problemas”, explicó José Rodríguez, ingeniero ambiental consultado sobre el caso.
Reacciones divididas
Las opiniones entre los residentes de la comunidad son diversas. Por un lado, los productores de cerdo defienden su actividad económica y subrayan que las granjas son una fuente esencial de ingresos para muchas familias de la zona. “Nosotros llevamos años trabajando aquí. Si hay algún problema, no es nuestra culpa, sino de quienes decidieron construir el aeropuerto cerca de nuestras tierras”, comentó un productor que prefirió mantener el anonimato.
Por otro lado, algunos vecinos temen que episodios como este puedan afectar la reputación de la terminal aérea, que se ha consolidado como un importante punto de entrada al país para turistas y ciudadanos dominicanos que residen en el extranjero. “Es un golpe a la imagen de la región y a la percepción que tienen los visitantes de nosotros”, indicó Carmen Reyes, residente de Uveral.
Llamado a medidas correctivas
El incidente ha puesto en el centro del debate la necesidad de establecer un plan integral de control ambiental en la zona. Organizaciones locales y algunos representantes de la sociedad civil han instado a las autoridades municipales y aeroportuarias a intervenir. “No se puede ignorar esta situación. Es urgente adoptar medidas que equilibren las actividades económicas de los agricultores con el bienestar de los pasajeros y la imagen del aeropuerto”, señaló Rubén Díaz, ambientalista del Cibao.
Entre las propuestas, destacan la instalación de barreras vegetales, el uso de tecnologías para el manejo de olores en las granjas y una reubicación gradual de algunas actividades ganaderas hacia zonas más alejadas de la terminal aérea.
Silencio oficial
Hasta el momento, ni las autoridades del aeropuerto ni los organismos gubernamentales han emitido un comunicado oficial sobre lo ocurrido. Se espera que en los próximos días se convoquen reuniones entre las partes involucradas para abordar el tema y evitar que episodios similares se repitan.
Mientras tanto, el incidente sigue siendo tema de conversación entre los viajeros, quienes exigen mejoras inmediatas en una infraestructura que, aseguran, debería ofrecer estándares de calidad acordes con su relevancia como puerta de entrada al país.