Tras llevar a un amigo a Hato del Yaque, el doctor Espinal desaparece misteriosamente. Familiares y amigos buscan desesperados alguna pista del galeno residente en Villa Olga.
Por Valentina Garcia
La noche serena y cálida del pasado martes 29 de julio, el doctor pediatra Enrique Antonio Espinal Castillo, un hombre conocido por su dedicación a la medicina y su apacible carácter, salió de su hogar en Villa Olga, Santiago de los Caballeros, para realizar un sencillo acto de cortesía: llevar a un amigo al distante distrito municipal de Hato del Yaque. Vestía un poloche azul y un pantalón corto, prendas que ahora parecen ser las últimas huellas de su existencia visible.
Aquella noche, mientras las estrellas brillaban con indiferencia sobre la provincia, la figura de Espinal se desvaneció en la penumbra, dejando detrás de sí un rastro de incertidumbre y angustia. Su hermana, Alejandrina Enrique Jiménez, fue la primera en notar su ausencia, marcando con desesperación los minutos que se convertían en horas sin respuesta.
Las últimas señales de su existencia llevaron a los investigadores y familiares a las inmediaciones del sector La Herradura, un lugar que se convirtió en el último escenario conocido de su paradero. La calma aparente de la noche fue rota por el creciente murmullo de preocupaciones, mientras sus seres queridos intentaban desentrañar el enigma que se cernía sobre ellos.
El teléfono de la familia, el número 829-345-0728, se convirtió en una línea de esperanza, un puente hacia la posibilidad de obtener alguna noticia que ilumine la oscuridad en la que se encuentra inmersa la desaparición del médico. La incertidumbre ha arrojado una sombra larga y espesa sobre quienes esperan, con el corazón en un puño, noticias que puedan desentrañar el misterio de aquella fatídica noche.
En Santiago, donde el tiempo parece haber detenido su marcha en solidaridad con la angustia de una familia, el nombre de Enrique Espinal resuena en cada rincón, como un eco persistente de un relato que aún carece de final. Mientras tanto, la ciudad espera, atrapada en el limbo de la incertidumbre, el regreso del hombre que salió en una noche tranquila y nunca volvió.