Tragedia en la calle Bonó: Muerte acecha a la familia Concepción Trinidad

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Una familia de Santiago es devastada por la tragedia: madre e hija mueren juntas el pasado viernes y este jueves, el padre sucumbe a la soledad y el dolor.

Por Valentina Garcia

En la quietud solemne de la calle José Francisco Bonó, en el Centro Histórico de Santiago, se teje una historia de muerte y dolor que parece arrancada de las páginas de una novela fatídica. La vida, caprichosa y cruel, se ensañó con la familia Concepción Trinidad en un lapso de días, arrebatando no solo la vida de Luisa Trinidad y su hija Laritza, sino también la del hombre que intentó sobrevivir a la catástrofe: Juan David Concepción Bretón.

Era una mañana de viernes cuando el sol apenas despuntaba, y la noticia corrió como un rumor sombrío entre los vecinos: madre e hija habían sido encontradas muertas en su apartamento. Luisa, de 69 años, lidiaba con las secuelas de una amputación reciente, mientras que su hija, de 21, enfrentaba la vida con la rutina implacable de la hemodiálisis. El esposo, al despertar, se encontró con el cuerpo inerte de su esposa, y, en un golpe que solo el destino podría orquestar, descubrió que Laritza también había sucumbido a la muerte.

El dolor de Juan David era insondable, una herida abierta que no encontraba consuelo. La muerte ya le había arrebatado un hijo tres años antes, y ahora, en un macabro giro del destino, se llevó a su esposa y a su hija. Aislado en su tristeza, el hombre se refugió en el ron, intentando ahogar la pena que lo consumía.

Pero la muerte, implacable y silenciosa, regresó para cerrar el ciclo de tragedias. Menos de una semana después, el cuerpo de Juan David fue encontrado sin vida en su residencia. Los vecinos, alarmados por su silencio, llamaron a la policía. Al irrumpir en la vivienda, los agentes lo encontraron en el baño, donde el frío abrazo de la muerte lo había reclamado.

El Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF) y la Policía Nacional llegaron al lugar, pero el enigma de la causa de su muerte aún persiste. Daniel Martínez, un vecino que conocía bien a Juan David, compartió su conjetura: "Parece que estaba deprimido, tomó demasiado ron y le dio un infarto".

En la calle Bonó, el eco de las risas y las conversaciones familiares ha sido reemplazado por un silencio sepulcral, roto solo por los susurros de los que intentan comprender la magnitud de la tragedia. En cuestión de días, una familia entera fue devorada por la muerte, dejando tras de sí un vacío que ni el tiempo logrará llenar.

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