El reportero Roberto Reyes es agredido por un policía mientras cubría un incendio en Santiago. El altercado refleja tensiones entre prensa y autoridad.
Por Valentina Garcia
En la bulliciosa mañana de Santiago de los Caballeros, donde el sol apenas despuntaba para iluminar las ruinas humeantes del Mercado Modelo, un evento de insólita violencia sacudió la rutina de reporteros y transeúntes. Roberto Reyes, una figura reconocida en el ámbito periodístico por su labor en el programa En la Mañana de José Gutiérrez, se encontraba cubriendo las incidencias del incendio que devoraba el mercado como un monstruo insaciable en la Calle Del Sol.
La tragedia del fuego, que danzaba entre los escombros con la furia de un dios antiguo, fue eclipsada momentáneamente por un acto de brutalidad inesperada. Un agente de la Policía Nacional, cuya presencia debía ser símbolo de orden y seguridad, se convirtió en el antagonista de esta historia real. En un giro digno de una novela, el uniformado empujó a Reyes con la fuerza de la impunidad, haciéndolo caer al pavimento y provocando que su cabeza golpeara el duro suelo.
El relato de Reyes, impregnado de la emoción de quien aún no ha terminado de procesar la injusticia, describe cómo el incidente escaló desde un desencuentro menor. Previamente, el agente, identificado como el alistado Juan Ramón Pascual había confrontado a dos mujeres periodistas, ordenándoles con desdén que se retiraran de la escena del incendio. La defensa de Reyes, caballerosa y valiente, provocó la ira del agente.
"Y él, viendo que ellas están grabando que son periodistas, y el policía le dice, es más se me quitan de ahí, y yo le dije, hermano no le hable así que son dos mujeres, qué es lo que tú quieres, pin pan, me dio una galleta, después que yo caigo el va a rematarme", relató Reyes, sus palabras teñidas de incredulidad y dolor.
El golpe no solo derribó a Reyes físicamente, sino que también simbolizó un ataque a la libertad de prensa, una bofetada a la esencia misma del periodismo. El policía, en un acto de evidente abuso de poder, no contento con la agresión física, le arrebató su celular, intentando borrar las pruebas del atropello.
La escena del incendio, con sus columnas de humo y destellos de llamas, quedó marcada por el eco de esta agresión, una mancha indeleble en la memoria de quienes presenciaron el hecho. En un mundo donde la verdad es tan frágil como el vidrio, el incidente con Roberto Reyes resuena como un llamado a la justicia, una súplica para que la voz de la prensa no sea silenciada por la mano dura de la autoridad.
La mañana de Santiago se tornó más sombría, no solo por el humo del incendio, sino por la sombra de la violencia que se cernió sobre un hombre cuya única arma era la verdad que buscaba contar.
Video cortesía de Valle del Cibao