En el apacible escenario de Junumucú, La Vega, un suceso violento trunca la cotidianidad. La muerte de Joselito Polanco, alias "El Rabioso", en manos de la policía, desencadena una búsqueda de justicia en una comunidad asediada por el crimen.
Por Laura Rodríguez C.
En la tranquila provincia de La Vega, un dramático episodio sacudió a los moradores del sector Junumucú. A media tarde del pasado viernes, un destello de violencia interrumpió la monotonía del día. Joselito Polanco, conocido entre sus allegados y enemigos como "El Rabioso", fue herido de muerte por una patrulla de la Policía. Horas más tarde, su vida se extinguió en el hospital Profesor Juan Bosch, dejando tras de sí un rastro de preguntas y un aire denso de fatalidad.
Polanco no era un hombre común. Sobre su cabeza pendía una orden de arresto, el peso de un crimen grave: el homicidio del comerciante Andrés Pérez Jorge. Aquella fatídica noche del 11 de junio de 2024, en medio de un atraco, Pérez Jorge encontró su final a manos de varios antisociales que no solo le arrebataron la vida, sino también sus pertenencias, incluyendo un arma de fuego.
El nombre de Andrés Pérez Jorge resonaba en cada rincón del sector, no solo por el trágico final que encontró, sino también por el temor que su asesinato sembró en la comunidad. Los residentes de Junumucú, otrora acostumbrados a la pacífica rutina del día a día, empezaron a mirar con desconfianza y aprensión cada esquina, cada sombra, anticipando el próximo acto de violencia.
La muerte de Polanco, apodado "El Rabioso" quizás por su temperamento feroz o por la estela de miedo que dejaba a su paso, fue el epílogo sangriento de una historia de crimen y desesperación. Según la versión oficial de la Policía, fue en un enfrentamiento con los agentes que el destino de Polanco quedó sellado. La calle, habitualmente escenario de la vida cotidiana, se convirtió en un campo de batalla donde la ley y el caos chocaron con consecuencias mortales.
Tras la caída de Pérez Jorge, la comunidad de Junumucú no permaneció en silencio. Voces preocupadas y rostros llenos de determinación se unieron, exigiendo justicia y medidas que aseguren su seguridad. La junta de vecinos, con un espíritu combativo, organiza una caminata que partirá desde el Cruce de Control del distrito municipal de Rincón, un recorrido simbólico que espera resonar en los oídos de las autoridades y más allá.
En las sombras de la tragedia, el eco de los hechos invita a una reflexión profunda sobre la naturaleza de la justicia y la seguridad. Mientras la caminata avanza, con cada paso resonando en el pavimento, el deseo de una comunidad por un cambio tangible se vuelve innegable. La historia de "El Rabioso" y su final trágico se convierte así en un aviso de las vidas perdidas y la incesante búsqueda de paz en un mundo marcado por la violencia.