El dembow prohibido: La danza de la discordia en el Liceo de Guayabal de Santiago

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Estudiantes del Liceo Profesora Ana Antonia Grullón en Guayabal, Santiago, durante la polémica presentación de baile que generó indignación y llevó a las autoridades a tomar medidas disciplinarias. Foto; Fuente externa

Un baile desata la polémica en un liceo dominicano. ¿Transgresión juvenil o reflejo de una sociedad en cambio? La danza de la discordia sacude los cimientos de la educación.

Por Valentina Garcia

Santiago, República Dominicana

Santiago.- En el polvoriento distrito Guayabal, un grupo de estudiantes, cual mariposas multicolores en su último aleteo antes de remontar el vuelo hacia el futuro, protagonizaron un baile que desató la controversia y dejó a la comunidad dividida entre la indignación y la perplejidad.

La directora del plantel, Ana Ramona Guzmán, una mujer de semblante sereno y voz dulce, no pudo ocultar su azoro al ver cómo la coreografía preparada con tanto esmero para el lanzamiento de la promoción de sexto grado se transformó en un torbellino de movimientos y vestimentas que desafiaban las normas establecidas. El dembow, ritmo frenético y sensual, irrumpió en el escenario, dejando a los presentes con la boca abierta y el corazón palpitando a un ritmo desconocido.

La psicóloga Mónica Matos, encargada de Orientación Escolar, confesó sentirse sorprendida ante el cambio de rumbo de la presentación. Los jóvenes, cual actores improvisados en un escenario incierto, habían decidido tomar las riendas de su destino y expresar su sentir a través de una danza que, para muchos, rayaba en lo inapropiado.

Pero la polémica no quedó ahí. Marieta Díaz, directora del Ministerio de Educación en Santiago, alzó su voz para advertir que no se permitirán bailes que atenten contra el pudor y las buenas costumbres. Sus palabras, cual rayos de una tormenta inesperada, resonaron en el ambiente, dejando en claro que la institución no estaba dispuesta a ceder ante lo que consideraba una falta de respeto.

Los estudiantes, por su parte, se vieron envueltos en una vorágine de opiniones encontradas. Algunos los defendieron, argumentando que la danza era una forma de expresión y que los jóvenes tenían derecho a manifestarse libremente. Otros, en cambio, se mostraron más conservadores y criticaron lo que consideraron una falta de pudor y respeto hacia las normas sociales.

La danza de la discordia, como fue bautizada por algunos, dejó una profunda huella en la comunidad de Guayabal. La polémica desatada puso de manifiesto la tensión existente entre la tradición y la modernidad, entre lo establecido y lo emergente. Y aunque el baile haya terminado, sus ecos seguirán resonando en el tiempo, recordándonos que la educación es un campo de batalla donde se libran las más importantes batallas por el futuro de nuestra sociedad.

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