Moca: La tragedia de La Ermita: una niña herida y una madre prófuga

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En La Ermita, Moca, una niña es brutalmente herida por su madre. La pequeña está hospitalizada y la madre prófuga. Las autoridades investigan el trágico suceso.

Por Valentina Garcia

MOCA, República Dominicana.-En el apacible rincón de La Ermita, un paraje del municipio de Moca donde el tiempo parece transcurrir al ritmo pausado de los cantos de los gallos al amanecer, una tragedia inesperada y brutal irrumpió en la serenidad de la comunidad. Ayer, cuando el sol apenas se escondía tras los montes que rodean la provincia de Espaillat, la vida de una niña de nueve años se transformó en un abismo de dolor y horror.

La niña, cuyo nombre permanece en el anonimato, ahora lucha por su vida en el Hospital Toribio Bencosme de Moca, con parte de su cráneo expuesto, tras haber sido atacada con un cuchillo. El filo que le arrebató parte de su infancia fue, según testigos, empuñado por su propia madre, Penélope Pérez, a quien todos en La Ermita conocían como "Frankia".

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El viento que soplaba suavemente aquella tarde, llevando consigo el aroma de la tierra mojada y los murmullos de las palmas, no presagiaba la tormenta que se desataría en la humilde casa de la familia. La niña, con la obediencia que caracteriza a los pequeños de su edad, había sido enviada por su madre al colmado para comprar anís, pero al parecer lo olvidó. Fue entonces cuando la tragedia tomó forma y la cólera irracional de Frankia se desató con la furia de una tormenta tropical.

Lo que comenzó con gritos y reproches pronto se transformó en una agresión física que dejó marcas no solo en el cuerpo de la niña, sino también en el alma de quienes fueron testigos de aquel espanto. La abuela de la menor, tratando de interponerse entre el furor de su hija y la inocencia de su nieta, fue apartada con la fuerza desesperada de una madre que, en su locura, ya no reconocía los límites de su propia humanidad. Fue entonces cuando el brillo frío del cuchillo trazó una línea de sangre y sufrimiento en la cabeza de la pequeña, llevándose consigo una parte de su cuero cabelludo.

La noticia del ataque corrió por las calles polvorientas de La Ermita como un susurro que se convierte en grito. Las imágenes que circulaban en los teléfonos móviles de los vecinos mostraban la magnitud del daño, y el horror se propagó como un incendio en la conciencia de la comunidad. La madre, ahora convertida en prófuga, desapareció en la espesura de la noche, dejando tras de sí el eco de su nombre en las voces de aquellos que alguna vez la conocieron.

Las autoridades, alertadas por la gravedad de los hechos, han iniciado una búsqueda para dar con el paradero de Frankia y esclarecer los detalles de este episodio que ha marcado para siempre a La Ermita. Mientras tanto, la niña permanece en estado delicado, su futuro incierto, y el pequeño pueblo sumido en una tristeza profunda, como si el cielo mismo hubiera llorado por la pérdida de su inocencia.

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