Un robo en Los Tres Ojos empaña las vacaciones de una familia dominico-estadounidense

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Yipeta donde estaban las pertenencias. Foto (Fuente externa)

El viaje familiar a República Dominicana terminó con pérdidas materiales, sospechas contra empleados del parque y una amarga experiencia difícil de olvidar.

SANTO DOMINGO ESTE, República Dominicana — Lo que comenzó como una escala turística en el emblemático parque Los Tres Ojos terminó en una amarga experiencia para Carlos Encarnación, un ciudadano estadounidense de origen dominicano, y su familia.

Encarnación había llegado el 12 de agosto de 2025 al país junto a su esposa y sus cuatro hijos, tres de ellos menores de edad. La familia planeaba hospedarse en una villa en Juan Dolio, pero en el trayecto hacia la costa se detuvieron en Santo Domingo Este para visitar el atractivo natural.

Alrededor de las 2:00 de la tarde, varios parqueadores, uno de ellos con uniforme de seguridad, ayudaron a Encarnación a estacionar su vehículo en un parqueo sin cámaras de vigilancia. Tras comprar las entradas, la familia recorrió las cuevas y lagunas subterráneas del lugar durante unos cuarenta minutos.

Cuando regresaron al parqueo, todo parecía normal. Sin embargo, media hora después, ya de camino a Juan Dolio, una de las hijas abrió una mochila y descubrió que no solo faltaban las frutas que habían comprado, sino también carteras y maletas. En cuestión de minutos, la familia constató que había sido víctima de un robo: desaparecieron una maleta con ropa, 700 dólares en efectivo, una computadora HP, la llave de un vehículo en Estados Unidos, seis pasaportes, carnés de seguros médicos y diez tarjetas bancarias.

De inmediato, Encarnación volvió al parque para confrontar a los parqueadores, pero estos negaron cualquier responsabilidad e insinuaron que la familia había olvidado sus pertenencias en el lugar donde se había hospedado la noche anterior. El gerente del parque y un militar de servicio respondieron de manera similar, llegando incluso a poner en duda la denuncia.

Ante la falta de apoyo, frustración e impotencia, Encarnación llamó a la Policía. Varias patrullas acudieron al lugar y retuvieron a los parqueadores para fines de investigación, mientras la familia formalizaba la denuncia en un destacamento cercano.

Días más tarde, las autoridades informaron que habían recuperado únicamente los pasaportes, carnés de seguro y tarjetas bancarias. Lo insólito, según Encarnación, fue que estos documentos aparecieron en la entrada del mismo parque donde se había producido el robo, como si alguien los hubiera dejado allí intencionalmente.

“Perdí el deseo de regresar a la República Dominicana”, aseguró Encarnación. “Venía a descansar con mi familia, pero este viaje se convirtió en una pesadilla”.

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