Con ataúdes simbólicos y un grito unificado, denuncian promesas rotas del gobierno y exigen el fin de despidos injustificados post-pandemia.
SANTIAGO, República Dominicana – Cientos de profesionales de la enfermería, vistiendo sus uniformes como estandartes de una batalla laboral, paralizaron este martes 26 de agosto los hospitales y centros de salud en la estratégica región del Cibao, en una huelga de 24 horas que evidencia la creciente tensión entre el gremio y el gobierno.
La protesta, la segunda de esta magnitud en menos de un mes, articula una serie de reclamos que, según los manifestantes, han sido sistemáticamente ignorados: el pago de incentivos por antigüedad, la incorporación de nuevo personal técnico, la reclasificación profesional de aquellos que han continuado su formación y una mejora sustancial de sus condiciones de trabajo.
“Donde no hay enfermeras, no hay servicio”, sentenció Ramón Rodríguez, secretario general para la región Norte del Sindicato Nacional de Trabajadores de Enfermería (SINATRAE). Su declaración resume la postura de un colectivo que se siente indispensable pero invisible para la administración pública.
El descontento se agudiza con el trato recibido por el personal contratado durante los momentos más críticos de la crisis sanitaria. Rodríguez exigió el cese inmediato de los despidos del personal que estuvo en la primera línea durante la pandemia de COVID-19. “Antes eran héroes, ahora los despiden sin explicación”, lamentó, encapsulando un sentimiento de traición que resuena en las filas del gremio.
La frustración se tornó en un emotivo llamado directo al poder ejecutivo. “No queremos estar aquí dejando a nuestros pacientes. Pero nos han llevado a esto”, afirmó con la voz entrecortada Anairis Taveras, secretaria regional de la Unión Nacional de los Servicios de Enfermería Dominicana (UNASED). “Señor presidente, si le han dicho que ya todo está resuelto con enfermería, le están mintiendo”, advirtió, desafiando la narrativa oficial.
Las acciones se extendieron por diversas localidades, incluyendo la Línea Noroeste, donde las trabajadoras del hospital municipal de Guayubín también suspendieron sus labores. Sin embargo, la imagen más potente de la jornada provino de La Vega. Allí, el personal del hospital provincial Luis Morillo King utilizó un ataúd en su manifestación, un símbolo lúgubre, explicaron, de sus esperanzas muertas frente a los acuerdos incumplidos por el gobierno.
Los sindicatos han advertido que, de no recibir una respuesta concreta del Servicio Nacional de Salud (SNS) y del Ministerio de Salud Pública, las protestas podrían intensificarse, dejando el sistema sanitario del país en un estado de aún mayor precariedad.