La Embajada en China, motor de la reforma de Cancillería, aplica la rotación y reduce la plantilla exterior para mayor eficiencia.
Diario Cibao
La Embajada de la República Dominicana en la República Popular China no solo es un punto de apoyo para los más de 600 dominicanos radicados en el país asiático, sino también un ejemplo palpable de la profunda reforma que se está implementando en el servicio exterior.
El embajador José Julio Gómez, quien fuera viceministro de Relaciones Exteriores y arquitecto del proceso, defiende con firmeza la nueva hoja de ruta diseñada bajo la gestión del presidente Luis Abinader y el ministro Roberto Álvarez.
Gómez revela que la principal batalla se ha centrado en hacer cumplir principios esenciales de la carrera diplomática, como la rotación y la alternancia de destinos, normas que históricamente se obviaban.
"A mí no me designan acá para yo vivir. A mí me designan para hacer una misión. Yo la cumplo, entonces tengo que seguir. Es la naturaleza de la diplomacia", explica el embajador, detallando que ahora se exige una rotación a otra embajada cada cuatro años y un regreso al país de origen tras un máximo de ocho años.
Este proceso de dignificación y eficiencia ha permitido una histórica reducción de la abultada nómina diplomática. El embajador confirma que la plantilla de Cancillería se ha reducido drásticamente, pasando de 4.300 funcionarios a unos 2.000 en todo el mundo. Gómez recuerda que la misión dominicana ante Naciones Unidas llegó a ser la quinta más grande del mundo, solo superada por gigantes como China o Rusia.
Pese a las distancias y las exigencias burocráticas, la labor consular es una prioridad. Gómez, que inicia su jornada a las 4:40 de la mañana y dedica entre 15 y 16 horas diarias al servicio, asegura que el 80% de su tiempo se consagra a atender a la diáspora que trabaja en la importación, la tecnología y las manufacturas chinas.
Con una aproximación proactiva, la Embajada contacta directamente a cualquier dominicano que pise China, reforzando la escala salarial y la estandarización de personal por misión, lo que el embajador califica de "digno de admiración".
