Comerciantes y carniceros advierten que el incremento constante de los productos esenciales reduce las ventas y el poder adquisitivo de las familias dominicanas, generando un creciente descontento social.
Puerto Plata, República Dominicana – Los comerciantes de esta ciudad norteña alertan sobre una preocupante espiral en los precios de los productos de primera necesidad, una crisis que, aseguran, castiga directamente la economía de los consumidores y pone en jaque la supervivencia de los pequeños establecimientos.
La situación es particularmente crítica en los productos agrícolas básicos de la dieta local. Cristino Ermenegildo, presidente de la Asociación de Comerciantes del Mercado de Puerto Plata, identificó aumentos notorios en la cebolla, la lechuga, el ajo y los pimientos, ingredientes fundamentales en la cocina dominicana.
“El sueldo que gana el dominicano no alcanza para cubrir la canasta familiar”, declaró Ermenegildo en una entrevista. “Entendemos que las autoridades deben poner atención y adoptar medidas que permitan que estos productos lleguen a precios más razonables”.
El dirigente gremial instó al Ministerio de Agricultura a intervenir directamente en las zonas de producción para implementar controles que mitiguen las alzas antes de que impacten al consumidor final. Advirtió que la inacción tendría un efecto dominó perjudicial. “Si no se toman medidas en el campo, los precios seguirán subiendo en los mercados. Esto no solo perjudica a las familias, sino también a los comerciantes que ven reducidas sus ventas”, enfatizó.
El sector cárnico también experimenta una volatilidad que genera incertidumbre. Manuel Vargas, un carnicero dedicado a la venta de pollo, informó que la libra se comercializa ahora entre 74 y 75 pesos dominicanos (unos 1,25 dólares), después de haber alcanzado un pico de 82 pesos. Aunque reconoció un leve descenso, Vargas subrayó que la inestabilidad continua dificulta ofrecer precios estables a la clientela y planificar su negocio.
El consenso entre los comerciantes es claro: el encarecimiento de los alimentos desata un efecto en cadena que erosiona el poder adquisitivo, deprime la actividad comercial en los mercados y siembra un creciente malestar en la población. Ante este panorama, reiteraron un llamado urgente a las autoridades para que implementen políticas públicas que garanticen la estabilidad en la cadena de producción y distribución de alimentos, una petición que resuena en los pasillos del mercado como un grito de auxilio económico.