El periodismo en la era digital: entre la profesionalización y la proliferación de comunicadores

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La necesidad de distinguir entre el comunicador social y el periodista en un mundo saturado de información y formas de expresión.

Por Carlos Ricardo Fondeur Moronta

Ahora, cualquiera puede ser considerado periodista, pero es esencial diferenciar al comunicador social, un licenciado en la materia, del verdadero periodista, cuyo ejercicio va más allá de la difusión de mensajes en redes sociales como YouTube, Facebook e Instagram.

El caos vial en Nueva Delhi es equiparable al trajín de lo que aún llamamos periodismo. Debemos deslindar las obsesiones: el comunicador social es un licenciado; el periodismo, un ejercicio. La relación entre el comunicador, el periodista y el político es una simbiosis perfecta que requiere discernimiento. El resto es pura propaganda.

En medios impresos, digitales y audiovisuales, abundan muletillas como "Vean esto, señores… es increíble señores…", expresiones vacías que han proliferado en la comunicación contemporánea. En América Latina, estas muletillas no son simples errores, sino una expresión derivada de una clase social con carencias educativas, percibida como un signo de profesionalismo moderno.

Diferenciar al periodista del comunicador es sencillo: el periodista, con formación universitaria, publica en medios creíbles con una estructura editorial robusta. Ofrecen sus credenciales y foto, son localizables y forman parte de redes confiables. En cambio, algunos comunicadores abren un canal de YouTube y publican contenido sin revisión previa.

La Real Academia Española cataloga las muletillas como errores innecesarios en la comunicación formal. A menudo, incluso periodistas reconocidos utilizan estas expresiones que sobran en el léxico periodístico, mostrando falta de síntesis y profesionalismo. El periodista experto en artículos de opinión y periodismo de investigación es hábil en literatura y va directo al grano.

Las muletillas, catalogadas también como coletillas, palabras que sobran o informaciones anexas, demuestran la falta de un léxico técnico adecuado y crean una falsa idea de profesionalismo. El propósito no es desestimar el periodismo alternativo, a menudo más profesional que el tradicional, pero se requiere un filtro editorial riguroso.

La juventud debe formarse en una comunicación sin desperdicios ni malformaciones gramaticales. El uso de los medios masivos debe educarse para que la información sea clara, concisa y de calidad.

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