La gobernabilidad en República Dominicana sigue enfrentando desafíos: políticas públicas descoordinadas, líderes locales ignorados y promesas incumplidas que profundizan la deuda social y limitan oportunidades para las comunidades más vulnerables.
Por Pedro de la Cruz
La gobernanza y gobernabilidad en la República Dominicana son temas críticos, aunque parece que muchos líderes que alcanzan los más altos cargos del gobierno los malinterpretan. Frecuentemente, sus administraciones carecen de un enfoque en el bienestar colectivo, dejando a las clases más necesitadas con pocas oportunidades para mejorar sus condiciones de vida.
Gobernar implica la interacción de múltiples fuerzas y sectores dentro de la vida nacional. No obstante, al profundizar en esta realidad, se evidencia una creciente deuda social que, con el paso de los años, ha superado los límites de lo sostenible.
La falta de inclusión de líderes comunitarios en los planes gubernamentales contribuye al desorden en las políticas públicas tanto a nivel municipal como central. Esta situación ha sido una constante en todas las administraciones que han gobernado el país. Aunque se reconoce la importancia de integrar a estos líderes en el proceso de planificación, sus voces son frecuentemente ignoradas o subestimadas, lo que resulta en políticas que no reflejan las realidades locales ni responden adecuadamente a las necesidades de las comunidades.
A pesar de estos obstáculos, algunos continúan luchando incansablemente por un cambio genuino. Sin embargo, enfrentan el escepticismo de una población decepcionada por promesas que se rompen al llegar al poder, cayendo en un ciclo de engaños y expectativas incumplidas.
La situación actual demanda una profunda reflexión sobre el rol del liderazgo y la necesidad de una gobernanza más inclusiva y efectiva. La República Dominicana necesita urgentemente un enfoque que priorice a todos sus ciudadanos y que ayude a cerrar la brecha entre los distintos sectores sociales.