Designar un consejo de sabios en urbanismo, no parece ser la vía más expedita para formular el Plan Nacional de Ordenamiento Territorial (PNOT). Menos aun, imponer un concierto de funcionarios de nomenclatura Estatal. Por ahí, no debieran ir las instrucciones.
El PNOT es un sumario de armónicas y estrictas políticas y normas para regular el uso de suelo. No es un ejercicio diagnóstico y menos espacio para teorizar. La nación espera una normativa con reglas claras de inspección territorial. Un régimen de consecuencias y estímulos. Que controle el caos histórico fomentado por el uso, sesgadamente capitalista y pecuniario del suelo nacional.
Por lo anterior, nos permitimos sugerir que el MEPyD y su Viceministerio de ordenamiento, formulen una metodología inteligente. Que sea incluyente y permita elaborar normativas a validarse en los próximos 12 meses. Designar como coordinador “un PhD titulado”, sin experiencias, es el camino más seguro para durar 10 años más, en teoría líquida, sin acción.
La metodología del PNOT debiera incluir un abordaje que incorpore ejecutivamente, un petite comité, con técnicos con experiencias teóricas y prácticas, provenientes del sector público, privado, sociedad civil y dirigentes comunitarios, coordinado por MEPyD. Este grupo debiera proponer maneras de proceder para formular y aprobar el conjunto de políticas y normas, con herramientas probadas como el “transecto rural-urbano”, manejado efectivamente en diversos territorios del mundo.
En esta isla, hay que instaurar hasta dónde llega lo rural y cuándo comienza lo urbano. También qué características geomorfológicas, agrológicas, hidrográficas y geosísmicas son reservables, explotables o de usos preferentes o no.
Sugerimos revisar el borrador del Plan Nacional de Ordenamiento Territorial (PNOT) 2030. Abordaje elaborado por los ministerios de Economía y Medio Ambiente, auspiciado por CEPAL en 2015. De entrada, los ejes prioritarios de este esquema debieran transformarse.
El primero mal denominado “Asentamiento Humano”, está referido a la calidad del hábitat. Creo que este debiera normar el Crecimiento Espacial Urbano y Rural para ordenar manchas urbanas y proteger la base agropecuaria y agroproductiva. El segundo, por definición está incorrecto, porque coloca como pilar, un deseo: “Protección y Gestión del Medioambiente”, de la relación sociedad-naturaleza. Entendemos que debiera denominarse Vulnerabilidad Territorial, Riesgos y Cambio Climático para normar lo relativo a peligrosidad, exposición, conflictos y fragilidad territorial para la vida y sostenibilidad del uso del suelo.
El tercero designado “Competitividad y Cohesión Territorial”. Debiera llamarse Economía y Producción Territorial para todo lo relativo a facilitar la creación de riqueza en la geografía y el suelo. Falta un cuarto pilar de Gobernabilidad y Vigilancia Social para estimular la participación, monitoreo y gestión ciudadana del ordenamiento.