Los dominicanos tenemos afortunadamente en Pedro Francisco Bonó, a una de las figuras cimeras de nuestro pensamiento crítico-social, literario y la acción política desde la segunda mitad del siglo XIX, donde jugó un rol de primer orden ese hijo ilustre de Santiago de los Caballeros, nacido el 18 de octubre de 1828.
Por su discurso crítico es un referente permanente de los idealistas del progreso, cuando aborda los obstáculos como la mentalidad colonial, la ignorancia, el analfabetismo y la corrupción política, causales “de los males de nuestro tiempo”; y precisamente por ello, fue marginado por los intelectuales de su tiempo que le adversaron.
Razón por la que sus escritos “solo serían tomados en cuenta a partir de 1963, durante el gobierno presidido por Juan Bosch en 1963”, según el Dr. Julio Minaya, un destacado profesor e investigador de la vida y obra de Pedro Francisco Bonó, a quien se le considera “padre de la sociología en el país” por ser el autor del opúsculo “Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas” (1881).
Desde muy temprana edad sus padres decidieron enviarlo a vivir a Puerto Plata donde su abuela que poseía “vastas extensiones de tierra dedicadas a la crianza de ganado”, lo que le permitió conocer más de cerca a los trabajadores; esto, unido a su interés por las letras, probablemente influyó cuando en su etapa juvenil escribió El Montero, una novela de costumbres hacia 1848 y publicada en El Correo de Ultramar de París en 1856. La misma es considerada la primera novela escrita en República Dominicana.
Pedro Francisco Bonó muestra en El montero, la vida y costumbres de esa parte de la población campesina que practicaba la montería (básicamente de cerdos salvajes) como manera para captar recursos económicos.
A continuación, una síntesis de su activa vida pública: Fiscal, Diputado y Senador. Diputado al Congreso por la Constituyente de Moca de 1858, considerada la más liberal del siglo XIX. Fue Ministro de Guerra, de Relaciones Exteriores, Ministro de Justicia e Instrucción Pública y provisionalmente de Hacienda. Rechazó la candidatura a la presidencia de la República en cuatro ocasiones que le ofrecieron los líderes nacionalistas del partido azul.
Finalmente, transcribo un fragmento de su ensayo titulado: “La República Dominicana y la República Haitiana”, en el que expresa su crítica sobre la corrupción:
“La corrupción: he aquí nuestro gran mal, mal que nos circunda, nos penetra y nos tiene bien cerca de la muerte, mal que causará la desaparición de nuestra nacionalidad si no procuramos contenerla pronto y radicalmente, puesto que la crudeza actual no debe tener hondas raíces, porque no data de lejos. Ella es reciente y reprensible” (Bonó. P. 341).