El sistema político en República Dominicana perpetúa la dependencia y manipulación de los más pobres, aprovechando su ignorancia y necesidades para comprar votos y controlar decisiones en favor de intereses privados.
Por Pedro de la Cruz
En la República Dominicana, el camino hacia el poder político se traza a través de un juego que explota la ignorancia y las necesidades de los sectores más vulnerables de la población. La clase pobre, a menudo desinformada y en condiciones precarias, es la que más contribuye a la elección de gobernantes.
Durante las elecciones, es común que un voto se obtenga a cambio de un simple pote de comida o un pica pollo. Estas prácticas, que incluyen la compra de cédulas de identidad, son una realidad en el panorama electoral dominicano. Los candidatos con mayor capacidad de compra son los que tienen más probabilidades de ganar un escaño en la Cámara de Diputados.
Una vez en el poder, estos políticos enfrentan una nueva dinámica: la visita del "hombre del maletín", quien busca asegurar apoyo para proyectos y leyes que benefician intereses particulares, no el bienestar colectivo. Este ciclo perpetúa un sistema en el que las decisiones políticas se toman en favor de unos pocos, dejando a la población en un estado de vulnerabilidad y dependencia.
La lógica del juego político en República Dominicana no solo revela las estrategias de los aspirantes al poder, sino que también subraya la urgente necesidad de educación y concienciación entre los votantes. Solo a través de estos cambios se podrá romper este ciclo vicioso y promover una representación democrática que priorice el interés general.