Emergencia en Haití: llamado a la acción internacional ante la violencia y la crisis humanitaria

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Haití sufre un creciente nivel de violencia y afronta necesidades humanitarias urgentes. La élite que se beneficia del caos parece prosperar bajo el dicho de que "el buen pescador pesca en río revuelto", una expresión que, aunque podría ser más propia de la República Dominicana, refleja la cruda realidad de un país que carece de estabilidad y recursos básicos.

En respuesta a los recientes eventos relacionados con la toma ilegal de agua del Río Masacre, perpetrada por individuos, quizás vinculados al Estado fallido de Haití, las Naciones Unidas (ONU) han sugerido la necesidad de considerar la formación de una fuerza de seguridad multinacional, con el objetivo de abordar las preocupaciones de seguridad que afectan a la vida en este país vecino.

Haití se desangra en violencia y carece de las necesidades esenciales para la vida humana. Mientras tanto, la clase adinerada se beneficia de la inestabilidad reinante, como si realmente creyeran en el refrán de "el buen pescador pesca en río revuelto". Aunque esta expresión puede parecer ajena a la situación, la cruda realidad de Haití la valida.

Jorge Taiana, Ministro de Defensa de Argentina, ha afirmado que las Naciones Unidas están evaluando la situación en Haití y discutiendo posibles medidas en el marco de las misiones de paz. Esto parece ser más retórica que acción concreta, basada en información previamente conocida y fuentes confiables.

Dada la necesidad urgente de abordar la situación en Haití con determinación y una visión que priorice la supervivencia del país por encima de intereses personales, es esencial establecer estrategias y tácticas que promuevan la paz en la isla. A pesar de nuestras diferencias, no somos responsables de la situación actual en las dos naciones.

Hoy en día, la antigua República de Haití es poco más que un recuerdo, resultado de la negligencia de quienes han gobernado y se han beneficiado de su sufrimiento. Mientras tanto, Haití se desangra, y las principales culpables son las élites que han intentado convertirlo en un feudo a su imagen y semejanza, siguiendo el modelo francés.

La historia actual la escribimos nosotros, los ciudadanos de esta época, que luchamos por nuestra supervivencia en un entorno que se asemeja al desierto del Sahara. A pesar de haber soportado dictaduras, hoy en día son las familias adineradas las que dirigen la escena en busca de beneficios económicos.

El nombre "La Española" no es su denominación legal; de acuerdo con un tratado que estableció los límites entre los dos países en la isla, es "Santo Domingo". A pesar de las discusiones y conjeturas, las Naciones Unidas carecen de la autoridad moral para resolver las disputas legales entre República Dominicana y Haití.

Cualquier error estratégico por parte de Haití sería una ventaja política para República Dominicana, así como un mal juicio por parte de nuestro Presidente respecto a nuestro papel en la isla podría tener consecuencias políticas y económicas favorables para las naciones que dominan la industria minera.

En esta ocasión, centramos nuestra atención en el supuesto canal que se conecta con el Río Masacre, el cual tiene un nivel más alto que el cauce normal. Esto sugiere la existencia de alguna compuerta u obstáculo que desvía el flujo hacia el río en cuestión. Creemos que podría tratarse de una compuerta preconstruida, lista para ser instalada frente a nuestros ojos.

En países ajenos a la problemática de Haití y República Dominicana, algunos comentaristas emiten juicios sin comprender realmente la situación actual, simplificando la realidad en términos de "buenos" y "malos". Esta falta de análisis ponderado podría dar lugar a políticas erróneas que amenacen la estabilidad de ambos países.

Mientras otros continúan analizando la situación, nosotros permanecemos al margen, conscientes de que un error podría desencadenar una crisis.

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