
Arzobispo de Santiago exhorta a rechazar el egoísmo, vivir la fe en comunidad y ser “pan partido” para los más necesitados
Diario Cibao
Santiago de los Caballeros, R.D.
Ante miles de feligreses reunidos en el Estadio Cibao, el arzobispo de la Arquidiócesis de Santiago, monseñor Héctor Rafael Rodríguez Rodríguez, pronunció una emotiva homilía con motivo de la Solemnidad de Corpus Christi, exhortando a vivir la Eucaristía como un compromiso profundo con la justicia, la solidaridad y el amor al prójimo.
“El verdadero encuentro con Cristo no puede desligarse de la preocupación por los más necesitados”, afirmó el prelado, subrayando que el sacramento de la Eucaristía interpela a los cristianos a ser “pan partido” para el enfermo, el migrante, el joven desorientado, la madre soltera y todos aquellos que viven en condiciones de vulnerabilidad.
Monseñor Rodríguez insistió en que la Eucaristía no concluye con la misa, sino que continúa en la vida cotidiana: en el hogar, el trabajo, la calle. “Allí debemos ser presencia viva de Cristo”, señaló, al tiempo que llamó a rechazar toda forma de egoísmo e indiferencia ante el sufrimiento humano.
La solemne celebración contó con la presencia de autoridades civiles, militares y eclesiásticas, entre ellas la gobernadora Rosa Santos, el alcalde Ulises Rodríguez, el general Jiménez Reynoso y el exprocurador Francisco Domínguez Brito, quienes acompañaron a la comunidad católica en esta manifestación de fe.
La jornada incluyó una procesión eucarística desde la Catedral Santiago Apóstol hasta el estadio, marcada por el fervor, el recogimiento y la participación activa de sacerdotes, diáconos, movimientos apostólicos, jóvenes y familias.
El arzobispo recordó el milagro de la multiplicación de los panes como una lección para el presente: “Lo que parece insuficiente, en las manos de Jesús, se multiplica. Pero el milagro no ocurre sin la disposición de compartir”.
Finalmente, monseñor Rodríguez advirtió que “celebrar la misa y ser injusto es traicionar el altar; adorar al Santísimo y despreciar al pobre es escandaloso”. En ese sentido, instó a que las parroquias sean espacios donde se comparta no solo el pan, sino también la dignidad, el respeto y la ternura, haciendo un llamado a una Iglesia cercana, coherente y comprometida con la realidad de su pueblo.