El expresidente Hipólito Mejía destacó con orgullo el honor suyo y de sus hijos de cerrar el novenario póstumo de esposa, Rosa Gómez, con una misa realizada ayer en la iglesia San Bartolomé de Gurabo, en la cual fue bautizada y fue celebrada su bodas.
En la misa, en la que hubo una masiva presencia de personalidades civiles, militares, empresarios, políticos y funcionarios, gubernamentales, Hipólito Mejía destacó las virtudes de su difunta esposas y agradeci£ el apoyo recibido tras la muerte de la mujer que lo acompañó por más de medio siglo.
Mejía dijo que su familia está viviendo la «resaca» emocional que ha dejado la partida de Rosa Gómez, de cuya desaparición física no se han podido recuperar, pero «ya veremos cómo asumiremos la situación con la falta de Rosa en el hogar».
Hipólito Mejía agregó que su difunta esposa fue y es una gurabera ejemplar y narró que en el templo de San Bartolomé ambos fueron bautizados, recibieron la comunión y se casaron.
En el templo de la parroquia San Bartolomé, numerosos obispos, activos y eméritos, encabezados por el arzobispo Metropolitano de Santiago, Freddy Antonio Bretón, oficiaron la misa.
Para la celebración fue necesario habilitar una amplia carpa donde los asistentes escucharon la homilía del obispo emérito de San Francisco de Macorís, monseñor Fausto Mejía Vallejo.
El mitrado resaltó las cualidades que adornaron a que siempre mantuvo su humildad, sin importar ser la esposa del presidente Hipólito Mejía.
Resaltó los valores cristianos y familiares que siempre mantuvo la extinta dama y exhortó a Mejía, sus hijos y nietos, a mantener esos valores y la tradición de reunirse y compartir constantemente.
Mejía Vallejo expresó que doña Rosa no deja luto, sino alegría y celebración, con su ejemplo de servicio, alegría, compartir y solidaridad.