Reunión secreta entre Abinader y Abel días antes de las elecciones desata terremoto político

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La trama oculta del poder: En un país marcado por la incertidumbre, la política se convierte en un juego de traiciones y alianzas insospechadas entre enemigos irreconciliables.

Por Valentina Garcia

Santiago, República Dominicana – En un giro inesperado que recuerda los más intrincados pasajes de la política caribeña, Abel Martínez se reúne en secreto con su rival Luis Abinader días antes de unas elecciones marcadas por la controversia.

En los días previos a las elecciones presidenciales del 19 de mayo, un viento cargado de rumores recorrió los pasillos del poder en Santiago. Abel Martínez, el carismático exalcalde conocido por sus jugadas arriesgadas, decidió apostar su destino político en una partida de ajedrez que pocos pudieron prever. A las sombras de una noche caribeña, el líder caído de gracia se encontró con su principal adversario, Luis Abinader, en un lugar que solo el rocío de la madrugada conoce.

El periodista Cristian Jiménez, conocido por su olfato infalible para las conspiraciones, fue el primero en destapar el misterio. Según sus fuentes, aquella noche del 11 de mayo, tras el cierre de campaña en Santiago, Abinader y Martínez compartieron un encuentro clandestino. Las calles de Santiago, ese día, estaban teñidas del bullicio de una marcha perremeísta que comenzó a las 4 de la tarde, asegurando que el mandatario tuviera tiempo de regresar a la capital para la marcha final en el Gran Santo Domingo al día siguiente.

Jiménez relata con su pluma afilada: "Me enteré a los tres días de la reunión, pero hube de esperar por una reconfirmación lograda después de las votaciones del día 19″. La revelación, como un trueno en plena tormenta, sacudió los cimientos de un Partido de la Liberación Dominicana ya tambaleante. Martínez, quien apenas consiguió un 10.39 % de los votos y un humillante tercer lugar, reconoció en solitario la victoria de Abinader apenas minutos después del primer boletín de la Junta Central Electoral, mientras su partido denunciaba "muchas anomalías", incluyendo votos pre-marcados y compra de cédulas.

"Nosotros estamos claros que hay una prioridad y se llama República Dominicana; y a eso tenemos todos, como dominicanos que queremos a este país, nosotros contribuir", afirmó Martínez en un video divulgado en las redes, donde su voz se perdía entre murmullos, pero su mensaje era claro como el sol de un mediodía en el Caribe. Abinader, ya consolidado con el 57 % de los votos, respondió al llamado a la unidad, extendiendo una rama de olivo hacia sus rivales para consensuar las reformas necesarias.

La imagen de Martínez, tendiendo su mano al vencedor en un gesto casi shakesperiano, evocó en muchos la sensación de una traición calculada, mientras otros lo vieron como un sacrificio por la patria. La política dominicana, enredada como una telaraña en los días posteriores, se vio obligada a reconfigurar sus alianzas y sus rencores.

Este episodio, digno de los más elaborados relatos de realismo mágico, no solo ha desatado un terremoto político, sino que también reveló las entrañas de una lucha por el poder que trasciende partidos y ambiciones personales, iluminando con su resplandor las sombras donde se tejen los destinos de la nación.

El periodista Jiménez hizo la revelación en un artículo en el Listin Diario.

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