En un esfuerzo por fomentar la reflexión profunda y el intercambio de ideas sobre asuntos vitales para la sociedad dominicana, propongo la creación de un Taller Intelectual Permanente. Este proyecto, que pretende reunir a destacadas personalidades de la esfera intelectual, tiene como objetivo principal abordar y analizar los temas más cruciales que impactan en la actividad civil del país.
Santiago de los Caballeros. Los medios de comunicación, ya sean web, escritos o ambos, continúan la tradición de lectura de tiempos pasados, cuando las personas solían leer, estudiar, investigar y dar seguimiento a los eventos que dan forma a la historia.
Recuerdo una conferencia magistral del eterno poeta Mateo Morrison en el Paraninfo de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en aproximadamente 1977. La charla versaba sobre la influencia de la literatura en la sociedad, y fue allí donde tuve la oportunidad de conocer al malogrado periodista y catedrático Narciso González (Narcisazo). Durante este evento, se debatía acerca de la participación de la intelectualidad nacional en diversos foros que trataban sobre la influencia de los medios de comunicación en la sociedad. Entre los asistentes, se encontraban figuras como Leonel Fernández y otros, cada uno tomando apuntes en su respectivo banquillo.
La generación de jóvenes nacidos en el 2000 no muestra un gran interés por la lectura, la escucha ni el entendimiento de temas diversos. Sin embargo, aún prevalece una pléyade intelectual que permanece incólume y atenta a los eventos que catalizan cambios en el mundo actual, generando un impacto positivo en el aprendizaje de esta época.
La intelectualidad actual pertenece en su mayoría a la generación de los años 60, aquellos nacidos en la década de 1940, ya que la mayoría de los catedráticos, profesionales de alto nivel y políticos que han dejado huella en la historia aún se mantienen activos y siguen publicando sus pensamientos en medios virtuales o impresos. Figuras como Marino Vinicio Castillo (Vincho), Mateo Morrison, Juan Bolívar Díaz, Luis Eduardo Lora (Huchi), Ivan Rodriguez, Narciso Isa Conde, Ramón Antonio Veras (Negro), Hipólito Mejía, Haffe Serulle y muchos otros intelectuales continúan iluminándonos con sus pensamientos personales y distintos pero intrínsecos.
En los últimos años, se ha escrito mucho sobre la abundancia de pensadores, científicos, políticos, artistas y escritores en la República Dominicana. Muchos de ellos desarrollan su labor intelectual de manera independiente. Sin embargo, falta un espacio destinado activamente a la participación y preservación de las enseñanzas y el legado dejado por nuestro destacado pensador Pedro Henríquez Ureña. Esta escuela ha nutrido a generaciones enteras, desde los más eruditos hasta aquellos con menos logros.
Propongo la creación de un Taller Intelectual Permanente, compuesto por los presidentes de las fundaciones mencionadas anteriormente y dirigido por el eminente poeta y ensayista, creador y Director histórico del Taller Literario César Vallejo. Estas figuras cuentan con una amplia experiencia en la coordinación de talleres y conferencias centrados en temas cruciales para la actividad civil dominicana.
CASA DEL INTELECTUAL DOMINICANO
En los centros históricos y coloniales de las ciudades dominicanas, hay numerosas casas abandonadas por sus propietarios. Algunas de estas edificaciones están bajo el cuidado de instituciones públicas y privadas, respaldadas por el empresariado y el Estado, como Patrimonio Cultural. Estos edificios podrían ser aprovechados para crear espacios abiertos, donde la juventud y las futuras generaciones puedan interactuar con la intelectualidad nacional de manera enriquecedora. Esto cambiaría la percepción de nuestros pensadores como figuras inaccesibles. En la actualidad, muchas de estas construcciones son ocupadas por delincuentes, drogadictos y personas en busca de placer sexual. Algunas son alquiladas o vendidas ilegalmente a familias que se convierten en terceros adquirientes de buena fe, lo que las protege de demandas judiciales después de la devolución del inmueble. Combatir a estos elementos mafiosos implica recuperar estas deterioradas casas, muchas de ellas coloniales o de la poscolonia, y utilizarlas para el beneficio de la sociedad local. Una idea viable es convertirlas en espacios culturales y de recreación para familias, con actividades comerciales que garanticen la intervención continua de los organismos de seguridad ciudadana, preservando así los valores de nuestra intelectualidad.
Hemos examinado las opiniones expresadas por Carlos Andújar Persinal (Acento, 18 de diciembre de 2017), quien plantea: "El intelectual dominicano en muchos casos proviene de las capas medias y bajas, lo que los obliga a lidiar con el poder social, su oficio o vocación y la búsqueda de medios de subsistencia". Esto subraya la necesidad de ofrecer protección institucional a nuestros intelectuales, brindándoles facilidades para estudiar y difundir sus ideas, además de proporcionarles protección social y económica. Estos fondos podrían provenir de los ingresos generados por nuestras minas, incluso una pequeña parte de estos recursos nos situaría como una nación moderna en desarrollo, equiparándonos con países que protegen a sus mentes brillantes.
El articulista [email protected] (Diario Libre, 8 de febrero de 2013) sostiene de manera clara y precisa: "Los intelectuales dominicanos deben poner sus habilidades al servicio de sus comunidades, no como expertos vinculados a una élite política, sino como facilitadores del proceso comunicativo liberador y promotores del debate que lleva al descubrimiento y la construcción de verdades éticamente defendibles". Esto resalta la magnitud de la falta de reconocimiento que sufren nuestros destacados escritores, relegados a un rincón de la historia.
Con el asesoramiento de Mateo Morrison, el periodista Germán Matías, otros miembros y quien escribe, fundamos en 1981 el Taller Literario Carmen Natalia. Este taller se centró en el estudio de la Poesía Sorprendida, cuyo origen se remonta a los años 40 gracias a Domingo Moreno Jiménez.
Desde entonces, varios grupos de jóvenes poetas han intentado mantener talleres literarios dedicados a la vida y obra de esta poetisa. Lamentablemente, este proyecto se desmoronó debido a la falta de apoyo por parte de la intelectualidad de esa época en la ciudad de Santiago de los Caballeros. La ausencia de talleres permanentes liderados por una entidad encabezada por los más destacados escritores dominicanos obstaculiza el progreso en el estudio de la vida y el legado cultural de las primeras generaciones de nuestra intelectualidad.
Tenemos todo un país repleto de intelectuales de diversas clases sociales y ámbitos. Sin embargo, cada uno lucha desde su propia trinchera, incapaz de entrar en el juego.