El 22 de mayo de 1903, la Fortaleza San Luís de Santiago se convirtió en escenario de una tragedia inimaginable. Una explosión devastadora sacudió el lugar, segando la vida del delegado del Gobierno en el Cibao, el general Dionisio Frías, así como del general José Pepín y varios prisioneros políticos.
Fue el fatídico encasquillamiento de una cápsula en el mecanismo de un revólver lo que desencadenó la fatalidad. Un disparo accidental perforó las latas de pólvora almacenadas, desatando una vorágine de fuego y destrucción que consumió todo el arsenal en un instante.
La violencia de la explosión arrancó de raíz los techos y el sólido maderamen de la fortaleza, lanzándolos violentamente a varios metros de distancia. El estruendo retumbó en los oídos atónitos de quienes presenciaron el desastre.
El saldo mortal fue desolador: entre los fallecidos y los heridos, el terrible conteo ascendió a 21 personas, entre ellas, varios prisioneros políticos cuyo destino ya estaba manchado por la opresión del régimen.
El lamento y la tristeza permanecen en la memoria de la comunidad de Santiago, testigo mudo de esta catástrofe inesperada, mientras la incertidumbre se cierne sobre las circunstancias exactas que desataron esta infausta cadena de eventos.
Fuente: Archivo Histórico de Santiago