La benevolencia hacia Haití se asemeja al famoso caballo de Troya, un regalo dulce que se convierte en un trago amargo. Muchos hechos históricos y mitológicos se parecen a las actuales circunstancias en la isla de Santo Domingo, o La Española, como se le quiera llamar.
Si analizamos cuidadosamente, nos adentramos en un presente cuyos eventos ya hemos leído en nuestros libros de historia.
El camino hacia la paz suele estar plagado de espinas. En la antigua historia, el Rey Ulises, al hartarse de las escaramuzas y el rapto de Helena, ordenó construir un caballo de madera lleno de soldados como castigo al príncipe París. Este mito se hace presente en nuestra situación actual.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha aprobado una moción de emergencia para brindar apoyo a la República Dominicana frente al dilema haitiano, pero no nos convencen las alegorías de que se resolverán los problemas en Haití. Además, existen intereses ocultos, como la búsqueda de oro y otros metales preciosos.
Ya sabíamos que tanta benevolencia con Haití se asemejaba al caballo de Troya. Ahora se habla de líderes políticos en Kenia que no se tuvieron en cuenta en la decisión de enviar tropas a Haití, lo que sugiere un plan para evitar su envío.
Venir ahora a decir que pacificar a Haití no es una prioridad en comparación con la guerra en Ucrania es insensible. Joaquín Balaguer tituló un libro "La Isla al Revés", pero al revés está el mundo en el que vivimos, gobernado por intereses económicos y políticos occidentales.
La incertidumbre sobre el despliegue de una fuerza de pacificación en Haití crece con la destitución del ministro de Asuntos Exteriores de Kenia, Alfred Mutua, y la controversia sobre el envío de policías para enfrentar a las pandillas en Haití. La ONU parece ser un caballo de Troya en esta situación.