La fraternidad universal vuelve a salir a la luz pública luego que más de cuatro mil religiones en el mundo iniciaran una cadena de oración y clamor a Dios por el cese de esta pandemia del COVID19.
Este virus pone desde un principio a la humanidad en un estado de incertidumbre que no se sabe hasta dónde va a llegar. Mientras tanto continúan sin parar los contagios y muertes de personas en la mayoría de los países.
Cada país, según su situación económica y social ha estado enfrentando la enfermedad, pero los contagiados. Sin embargo, ni siquiera en las naciones más ricas y desarrolladas en todos los aspectos, el mortal virus ha cesado.
Las proyecciones de los organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, OMS y la Panamericanas de la Salud (OPS), refieren que la situación perdurará por más de un año.
Las naciones más desarrolladas ya tienen tiempo anunciando la vacuna que curará la enfermedad; desde China donde surgió el virus en diciembre del 2019, pasando por Rusia, Alemania, Estados Unidos y la potencia en salud del caribe, Cuba.
Venezuela ya recibió una significativa partida de las que fabricaron los rusos, y parece ser que le ha dado buenos resultados.
Todas estas naciones compiten para ver quien fabrica la mejor vacuna, con la idea lógica, no solo de contrarrestar y matar el COVID19, sino también a fin de venderla en los mercados que le ofrezcan mejores precios.
Hasta el presente el mundo solo sabe que el SARS2 emergió en el gigante asiático, China, pero absolutamente nadie conoce cómo surgió. Todo indica que nunca lo conoceremos a fondo. Las informaciones al respecto son manipuladas y filtradas por las grandes agencias de prensa internacionales que sirven informaciones noticiosas a occidente.
La crisis sanitaria que vivimos acelera el nuevo orden mundial que se vislumbraba antes de ella. Muchos opinan que fue inducida con ese fin, pero eso está por verse. De lo que sí estamos seguro es que esta situación nos está planteando diariamente nuevas oportunidades, para que todos los países y pueblos trabajemos juntos por la permanencia de la civilización humana.
Fraternidad universal para reencontrarnos por Covid-19
En su tercera encíclica desde que asumió el pontificado, la cual firmó el pasado 3 de octubre, el Papa Francisco planteó a través de la misma, que la única solución a los problemas que vive la humanidad es construir entre todos una hermandad sin muros. Una FRATERNIDAD UNIVERSAL, que nos permita reencontrarnos como hermanos, buscando soluciones globales a los males sociales que padecemos.
El pontífice nos recuerda que la auténtica política es aquella que no está sujeta a los intereses de las finanzas y el mercado, a los deseos personales y de grupo, sino al servicio del bien común.
Los que gobiernan en República Dominicana en la actualidad están trabajando, día y noche, enfrentando la situación. Ahora, y más que nunca, gobierno, oposición y la sociedad en sentido general, debemos dejar a un lado la política partidaria, y juntos, todos, proclamar y ejecutar la fraternidad universal que tanto necesitamos. Todavía estamos a tiempo. Las crisis son oportunidades.