Por Arturo Taveras
A ritmo de la música de su bachatero favorito llegó el cadáver de quien será el Barón del Cementerio de Canca la Piedra, un camposanto en construcción y sin el cumplimiento de las reglas sanitarias que ordenan las leyes medioambientales de República Dominicana.
Caía la tarde del viernes 9 de diciembre una multitud se presentó al campo Santo a sepultar los restos de Miguel Antonio Tobías en el primer campo santo de Canca la Piedra, el cual se encuentra en su primera fase de construcción, sin fosas, nichos, ni bóvedas terminadas.
Tampoco cuenta con el drenaje pluvial que impida diseminar la contaminación que brotan de los cuerpos en descomposición de forma que no contaminen el medio ambiente.
Sin embargo, el cuerpo sin vida de quien será el Barón del Cementerio de Canca la Piedra fue sepultado en un nicho sin las condiciones adecuadas, por disposición de la alcaldía local como entidad responsable de la dirección distrital de la comunidad que no tomó en cuenta las leyes y reglas de medio ambiente para sepultar cadáveres en zonas habitadas.
Empero allí estará el Cuerpo de Miguelito tirado entre las cuatro paredes de un nicho en construcción, solo y sin otras almas que lo acompañen, quedó en su última morada, a orillas de una cañadas, violando los preceptos legales de Medio Ambiente y los cánones de la cultura religiosa que establece que el Barón del Cementerio debe ser sepultado en el centro del campo santo, de pies y con las condiciones que establece la religiosidad.
Miguel Antonio Tobías murió tras ser apuñalado por su primo, vecino y amigo conocido como El Bolo Polanco Martínez en el sector Los Mamá del distrito municipal de Canca la Piedra, Tamboril, provincia de Santiago, la mañana del viernes 8 de diciembre, en el marco de una discusión.