En las últimas dos décadas, el mundo ha sido testigo de una serie de cambios significativos que han transformado de manera fundamental el paradigma que previamente dominaba en el mercado. Como resultado de estos cambios, las estrategias comerciales se han visto vulneradas debido a la falta de adaptación a las nuevas tecnologías y a la insuficiencia de respuestas legales efectivas. Esta situación se origina en la ausencia de una planificación adecuada para abordar los impactos macroeconómicos que podrían surgir y en la falta de robustez legal en relación con la inversión y la estructuración de la oferta de productos y servicios por parte de las empresas.
El éxito de una inversión no depende únicamente de la estabilidad del mercado en el que se realiza, sino que implica una serie de elementos que deben ser considerados para garantizar que la inversión no descuide los aspectos esenciales de seguridad jurídica y estabilidad financiera. Por lo tanto, debido a la ausencia de regulaciones legales, la falta de adaptación a las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, y la insuficiente consideración de las herramientas legales como parte integral de la gestión de productos y servicios, existe el riesgo de que las empresas fracasen en sus esfuerzos por mantener su eficacia en la proyección comercial.
Es imperativo que los empresarios reconozcan la importancia de establecer un marco legal sólido en sus empresas, ya que esto influye de manera significativa en la eficacia de las inversiones. La estructura legal de una empresa debe considerarse un pilar fundamental de su estrategia comercial, ya que aporta solidez tanto en la estructuración de la inversión como en la respuesta del mercado a las nuevas regulaciones que surgen como resultado de la revolución tecnológica y las tendencias comerciales emergentes.
La volatilidad tecnológica se refiere a la constante aparición de nuevas tecnologías y formas de interactuar con los clientes, lo que obliga a modificar las estrategias de mercado y a crear respuestas que requieren de un marco legal adecuado. Por esta razón, varios países, como Estados Unidos, China y el Reino Unido, han establecido las bases para investigar el impacto de esta volatilidad tecnológica, especialmente en relación con la inteligencia artificial. Además, se están preparando para determinar cómo el Estado debe responder a las demandas legales y asegurar la solidez de su mercado, así como la seguridad jurídica que ofrecen a los futuros inversionistas, con el objetivo de evitar una crisis que pueda socavar la confianza en el mercado y que impida al Estado responder adecuadamente a las nuevas demandas tecnológicas.
Un ejemplo de crisis fue la crisis económica que ocurrió durante el período 2007-2008, resultado de la burbuja inmobiliaria que afectó a Estados Unidos. La obligación colateral por deuda llevó al colapso del mercado financiero debido a préstamos de alto riesgo, como las hipotecas subprime, que se otorgaron sin evaluar adecuadamente la capacidad de pago de los prestatarios, lo que resultó en una falta de confianza crediticia. A pesar de que el mercado tenía la capacidad de detectar esta burbuja financiera, no se implementaron medidas preventivas para evaluar la solidez crediticia de los solicitantes ni se adoptaron herramientas tecnológicas preventivas de la época, lo que provocó el colapso del mercado crediticio y afectó las inversiones.
Por lo tanto, en el contexto actual, es esencial lograr una integración efectiva entre la estrategia legal, tecnológica y comercial en las empresas. Esto permitirá evitar situaciones similares que puedan conducir al declive de las inversiones y proporcionar una preparación anticipada para abordar de manera efectiva las demandas del mercado.
El mundo está experimentando un cambio constante y se están desarrollando continuamente avances tecnológicos. En resumen, si el sistema financiero no se adapta adecuadamente y no se implementan medidas legales apropiadas, no podrá responder eficazmente a las demandas del mercado y a la volatilidad tecnológica. Por lo tanto, debemos plantearnos las siguientes preguntas: ¿Tenemos las capacidades necesarias para abordar los posibles efectos de la inteligencia artificial en la inversión? ¿Estamos equilibrando adecuadamente la creación de valor y la gestión de riesgos? ¿Cómo puede afectar la falta de fortaleza del sistema legal frente a los avances tecnológicos al mercado? Y, ¿qué impacto puede tener la inteligencia artificial generativa a corto y largo plazo? Estas son algunas de las cuestiones que tanto los empresarios como la comunidad jurídica deben considerar para evitar enfrentar desafíos significativos debido a la falta de medidas preventivas y abordajes adecuados en este tema.