La educación en República Dominicana enfrenta desafíos críticos de calidad. Se requieren reformas en infraestructura, formación docente, y currículo escolar para asegurar un futuro competitivo para nuestros jóvenes.
Por Diego Bisonó León
El proceso educativo es un pilar fundamental para el desarrollo económico y social de cualquier nación. En la República Dominicana, aunque se han logrado avances en el acceso a la educación, la calidad sigue siendo un desafío crítico que impide a nuestros jóvenes competir en las grandes ligas del conocimiento y la innovación.
A pesar de que el Ministerio de Educación maneja un presupuesto significativo del 4% del PIB, los resultados no reflejan una mejora sustancial en la calidad educativa. Este presupuesto, que debería garantizar una enseñanza de calidad, a menudo se invierte de manera ineficiente. Un ejemplo claro es la priorización de la compra de tabletas digitales sin antes asegurar que los estudiantes dominen habilidades básicas como el inglés.
El rendimiento en matemáticas y ciencias sigue siendo bajo en comparación con otros países de la región, colocando a nuestros estudiantes por debajo del promedio. Esto revela una deficiencia significativa en la enseñanza. Además, la brecha entre las escuelas urbanas y rurales es alarmante, con grandes diferencias en las tasas de finalización de estudios secundarios, lo que agrava las desigualdades sociales, económicas y laborales.
La preparación de los profesores es otro punto crítico. Aunque los docentes hacen un gran esfuerzo, muchos aún carecen de la capacitación adecuada y reciben salarios insuficientes. Según el Ministerio de Educación, en 2023 "…la inversión en formación docente, a través del Instituto Nacional de Formación y Capacitación Magisterial (Inafocam), se incrementó en un 77.6%, mientras que los aportes para el cuidado de la salud de los docentes mediante la ARS SEMMA subieron en un 136.56%…" Esto es positivo, pero solo el 30% de los maestros reciben capacitación regular, lo que afecta directamente el rendimiento estudiantil. Esta situación es insostenible si queremos mejorar la calidad educativa en el país.
Otro desafío es la gran cantidad de estudiantes extranjeros indocumentados en nuestras aulas. Aunque es fundamental formar a todos los jóvenes, la inclusión de estudiantes extranjeros indocumentados puede significar la exclusión de estudiantes dominicanos debido a los cupos limitados. Este es un reto complejo que requiere una solución equilibrada que respete los derechos de todos los estudiantes y asegure que los recursos educativos se distribuyan de manera responsable y adecuada, priorizando las necesidades más urgentes.
Estrategia del Equipo:
Primera Base: Inversión Efectiva en Infraestructura Educativa y Gestión Equitativa de Recursos.
Mejorar la infraestructura educativa es vital para proporcionar un entorno de aprendizaje adecuado. Esto incluye la construcción y mantenimiento de escuelas, la provisión de materiales educativos y el acceso a tecnología. Muchas escuelas en áreas rurales carecen de infraestructura básica, lo que limita la calidad de la educación que se ofrece. Invertir en infraestructura educativa garantizará que todos los estudiantes tengan acceso a un entorno de aprendizaje digno. Para abordar la sobrepoblación en las aulas debido a la alta cantidad de estudiantes indocumentados, es necesario implementar políticas que aseguren una distribución equitativa de los recursos y espacios educativos. Esto podría incluir la construcción de más aulas y la contratación de más maestros para garantizar que todos los estudiantes, tanto dominicanos como de otras nacionalidades, reciban una enseñanza de calidad y ninguno quede excluido.
Segunda Base: Formación Continua de Maestros con Indicadores Medibles.
Invertir en la formación continua de los maestros es esencial para mejorar la calidad educativa. Es crucial implementar y mejorar programas de formación continua que actualicen las habilidades pedagógicas y el conocimiento de los maestros, asegurando que estén bien preparados para impartir una enseñanza de calidad. Además, evaluar a los maestros es una práctica mundialmente reconocida. Implementar mecanismos de medición que definan qué tan bien lo están haciendo garantizará una estandarización de la calidad en la enseñanza.
Tercera Base: Actualización del Currículo Escolar y Programas de Apoyo Escolar.
Es fundamental actualizar el currículo escolar para incluir habilidades del siglo XXI. El sistema STEM debe ser la base, junto con pilares como el pensamiento crítico, la creatividad y las habilidades digitales. También es importante incorporar el arte, la música y actividades que desarrollen competencias blandas en los estudiantes. La incorporación de estas enseñanzas preparará a los estudiantes para los desafíos del futuro y mejorará su competitividad en el exigente mercado laboral actual. Además, implementar programas de apoyo escolar, como tutorías y mentorías, puede ayudar a mejorar el rendimiento estudiantil, especialmente para aquellos en riesgo de deserción escolar o que necesitan apoyo adicional. Aquí hago un llamado al sector empresarial, que puede apoyar iniciativas como el programa de becas del Grupo León Jimenes, que financia MBAs a estudiantes dominicanos en las mejores escuelas de Estados Unidos.
Conclusión:
La República Dominicana tiene el potencial de mejorar significativamente su sistema educativo y preparar a sus jóvenes para competir en las "grandes ligas" del conocimiento y la innovación. Esta es una inversión a largo plazo, de esas que nos permiten llegar al "Salón de la Fama". Para lograrlo, es esencial abordar de manera efectiva los problemas de baja calidad educativa, deficiente inversión del presupuesto, y asegurar que los gobiernos mantengan una continuidad en las prioridades.
Con las políticas adecuadas y un enfoque estratégico en la formación y evaluación de maestros, la actualización del currículo escolar, la inversión en infraestructura educativa, la implementación de programas de apoyo escolar y la gestión equitativa de los recursos educativos, podremos transformar nuestro sistema educativo y asegurar un futuro próspero para nuestros jóvenes y para el país.