Crisis carcelaria en República Dominicana: La Victoria, una cárcel de pesadillas

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Entre la proliferación del crimen, la falta de educación y la crisis económica global, la Penitenciaria Nacional La Victoria se convierte en un reflejo de los desafíos dominicanos.

Por Carlos Ricardo Fondeur Moronta

Santiago de los Caballeros, República Dominicana. – Al observar la creciente delincuencia en Ecuador como referencia, la imponente estructura de la Cárcel de La Victoria se asemeja a una cama donde reposa el futuro incierto de nuestra nación. República Dominicana se presenta como un nido de víboras, con un orden genuflexo y un desorden rezando.

Es como contemplar a un cordero manso sin prever al lobo oculto entre su lana. Es imperativo que nuestros psicólogos, sociólogos y neurólogos se unan en la búsqueda de soluciones para los problemas dominicanos.

Aceptamos como válidos pagarés con un futuro incierto de libertad convertida en libertinaje, tan peligroso como arrojar dinamita al volcán. La noticia del Banco Mundial sobre una crisis económica global empeora la situación. El colapso económico siembra hambre, desesperanza, falta de educación, salud y violencia.

Cárcel La Victoria

La antes llamada Cárcel de La Victoria, ahora Penitenciaria Nacional La Victoria, es un antro de perversidades legalmente establecido en la República Dominicana, respaldado por una sociedad permisiva ante la proliferación del delito y las deficiencias en la educación.

Lo que sucede en Ecuador no es fortuito, sino resultado del desinterés de las clases opulentas en abrir espacios de solución a los problemas que generan violencia: desesperanza, falta de protección social, subvaluación del sistema educativo y problemas económicos.

Este caso guarda similitud con la mayoría de los países de América Latina, incluida la República Dominicana, donde las reformas carcelarias no han abordado la realidad nacional.

Una gran cantidad de detenidos sin procesos judiciales adecuados es uno de los principales problemas del sistema penitenciario nacional. Los reclusos llegan a cárceles con rencores, comenzando en condiciones infrahumanas en oscuros y malolientes cuartuchos.

La lentitud judicial, falta de recursos para abogados y escasez de abogados de oficio e investigadores criminalistas contribuyen al caos. Muchos procesados carecen de sentencias por falta de pruebas sustentables.

El Modelo de Gestión Penitenciaria de República Dominicana informa sobre 25,700 internos hasta diciembre de 2022, con 10,401 condenados y 15,310 en prisión preventiva en 41 Centros de Corrección y Rehabilitación y 3 Centros de Atención a Privados de Libertad Provisional. La mayoría de los condenados son analfabetos.

A pesar de la inversión millonaria en la modernización del sistema penitenciario, La Victoria alberga a más de ocho mil internos en condiciones hacinadas, reflejando la crisis a pesar de las reformas.

Este fenómeno resuena en República Dominicana, Centroamérica y Suramérica. Ecuador sirve como espejo, donde países como Perú, Venezuela, Bolivia y Panamá enfrentan deficiencias similares en el manejo de personas con libertad restringida, incluyendo Najayo, Rafei, la cárcel de Azua e indefectiblemente, La Victoria. Es como si un Ecuador durmiera en República Dominicana. Ojalá no despertemos con malas noticias.

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