Tras un controvertido mandato, el inquilino del 4to nivel abandona la casa, mientras que un nuevo gestor asume el desafío de restaurar el orden y la convivencia en la comunidad.
Por Julio César García Mazara
En el siglo XVII, en medio del aumento demográfico de mestizos libres y la disminución gradual de la población indígena en la zona central, las haciendas implementaron el sistema de inquilinaje. Este sistema permitía que mestizos y españoles pobres se establecieran en terrenos apartados de las grandes estancias ganaderas, a cambio de un pago simbólico anual en especies. Los inquilinos, trabajadores que residían en el fundo, no recibían salarios ni tenían seguridad social, pero tenían derecho a ocupar una casa con su huerta y, en ocasiones, participación en las cosechas o acceso a las dehesas del fundo para criar animales.
La instalación de inquilinos permitió a los estancieros controlar los límites de sus tierras y garantizar mano de obra para las actividades ganaderas como el rodeo y la matanza.
Sin embargo, en pleno siglo XXI, la atención se centra en un personaje conocido como "el inquilino del 4to nivel", quien aspiraba a convertir esta casa en una ciudad justa y creativa. En una batalla por obtener el alquiler de la casa, el ganador debía ocuparla durante cuatro años según lo acordado en el contrato, con posibilidad de renovación por otros cuatro años.
A medida que pasaban los meses, el inquilino del 4to nivel demostraba falencias gerenciales debido a su improvisación y falta de planificación. A pesar de declarar estado de emergencia en varias ocasiones y solicitar préstamos para realizar mejoras, la casa estaba sumida en el caos y el deterioro.
A pesar de su incapacidad para dirigir, el inquilino del 4to nivel rechazaba los consejos y se aferraba a una visión egocéntrica de su papel, ignorando las cláusulas del contrato que especificaban el periodo de arrendamiento y la necesidad de ganar un concurso para obtenerlo. Finalmente, perdió el concurso frente a tres competidores y quedó en último lugar.
Los propietarios de la casa, conocidos como los munícipes de Santo Domingo Este, esperaban ansiosos este momento para corregir las deficiencias y garantizar el cumplimiento de las normas. Al inquilino del 4to nivel le quedaban solo 16 días para entregar la casa y rendir cuentas de su gestión.
El nuevo inquilino deberá solicitar una auditoría para validar que todo esté en orden para su gestión 2024-2028. Los propietarios depositan su confianza en él y esperan que pueda restablecer el orden y la convivencia en la comunidad, tras la turbulenta experiencia anterior.