Residentes denuncian cortes de energía que superan las ocho horas diarias, mientras autoridades reconocen déficit de generación y piden paciencia ciudadana.
Por John Santos
SANTIAGO, República Dominicana. — La madrugada del miércoles 13 de agosto, el insomnio se convirtió en un visitante no invitado para miles de familias del Cibao. Sin ventiladores ni acondicionadores de aire que mitigaran el calor sofocante, los residentes pasaron la noche en vela, víctimas de los prolongados apagones que en los últimos días han castigado con fuerza a la región Norte del país.
El problema, según Edenorte Dominicana, radica en un déficit de generación que afecta al sistema eléctrico nacional, un escenario que ha impactado de manera directa a unos 200 mil clientes en las 14 provincias bajo su concesión. El malestar es palpable: en barrios de Santiago, comunidades rurales de La Vega y sectores urbanos de Espaillat, las tandas de apagones superan en ocasiones las ocho horas consecutivas, alterando la rutina de hogares, comercios e industrias.
En un comunicado emitido la mañana del miércoles, Edenorte explicó que la disminución de la capacidad de generación nacional ha obligado a mantener fuera de servicio algunas zonas, pese a los intentos de reorganizar la carga. La distribuidora aseguró que sus brigadas trabajan en coordinación con las autoridades del sector energético para restablecer el servicio “lo antes posible” y adelantó que la incorporación de nuevas plantas a la red podría aliviar la situación en los próximos días.
Mientras tanto, las calles reflejan la tensión acumulada. Comerciantes de productos perecederos reportan pérdidas por la falta de refrigeración, y familias con niños pequeños o adultos mayores se quejan de que el calor nocturno provoca insomnio y problemas de salud. “No es solo que no podamos dormir; es que nuestros alimentos se dañan, los negocios cierran temprano y la vida diaria se detiene”, comentó indignada María González, residente en el sector Los Jardines Metropolitanos de Santiago.

Las redes sociales han amplificado el clamor ciudadano, con fotografías de velas encendidas, quejas por electrodomésticos dañados y llamados a protestas pacíficas. Algunos grupos comunitarios advierten que, si los cortes persisten sin un cronograma claro, podrían tomar las calles para exigir respuestas.
Pese a las disculpas públicas de Edenorte y su llamado a la comprensión, la incertidumbre persiste. En una región donde el calor tropical y la dependencia de aparatos eléctricos son parte de la vida diaria, la paciencia de la población parece acercarse a su límite. Para muchos, la esperanza de una noche tranquila y fresca sigue siendo, por ahora, un lujo fuera de alcance.