Aguas negras ahogan a Santiago Oeste: Moradores claman soluciones

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Calle 5 Monte Rrico Primero de Santiago Oeste.

La negligencia oficial sumerge a Monte Rico Primero en una crisis sanitaria, mientras las autoridades ignoran los reclamos de la comunidad afectada.

Por Valentina Garcia

En el bullicioso municipio de Santiago Oeste, en la provincia homónima, un malestar insidioso corroe las calles del sector Monte Rico Primero. No son los vientos de cambio los que soplan, sino las aguas negras que fluyen impunes por la calle 5 esquina calle 12 tejiendo un tapiz de desdicha y desesperanza en la comunidad.

Los moradores, hartos de convivir con la pestilencia y el riesgo constante de enfermedades, han alzado sus voces en un grito desesperado, implorando a las autoridades de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santiago que resuelvan este tormento cotidiano. Sin embargo, sus súplicas parecen desvanecerse en el aire, como hojas secas en el vórtice de una tormenta.

"En esta comunidad planteamos los problemas a las autoridades pero nadie hace caso", exclamó Domingo Batista, un habitante consternado de la urbanización Monterrico Primero, cuyas palabras resonaron con la amargura de la impotencia.

Mientras Guillermo López, presidente de la junta de Vecinos de Monterrico se reunió anoche con los comunitarios del sector para planificar un plan de lucha para exigir a la Coraasan la solución del problema.

Las aguas negras, más que un incómodo estorbo, han desatado una crisis de salud pública en Monte Rico, envenenando el aire con su hedor repulsivo y exponiendo a los moradores, especialmente a los niños y ancianos, al borde de un brote epidémico. El temor palpita en cada esquina, mientras la indiferencia oficial se erige como un muro infranqueable ante el sufrimiento de quienes claman por una vida digna y segura.

En medio de este sombrío panorama, la comunidad de Santiago Oeste lucha por mantener viva la esperanza, agarrándose con uñas y dientes a la promesa de un futuro donde las aguas corran limpias y claras, donde la negligencia y la indolencia sean solo un triste recuerdo en la historia de Monte Rico Primero. Pero mientras tanto, el río de desdicha sigue su curso, arrastrando consigo los sueños y las ilusiones de aquellos que habitan en su orilla.

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