El paro está previsto para octubre, en protesta por apagones constantes y obras sociales que arrastran más de dos décadas de retraso.
San Francisco de Macorís — El clamor popular vuelve a las calles. El Frente Amplio de Lucha Popular (Falpo) y otras organizaciones sociales de la provincia Duarte han convocado una huelga de dos días, prevista para el 7 y 8 de octubre de 2025. Exigen soluciones concretas a un abanico de demandas sociales que, según denuncian, llevan más de 20 años sin respuesta efectiva por parte del Estado dominicano.
La chispa que ha encendido la mecha es el agravamiento de los cortes eléctricos en San Francisco de Macorís, que no solo afectan la vida cotidiana de los residentes, sino que están empujando a la ruina a pequeños comerciantes. Raúl Monegro, portavoz del Falpo, acusa directamente a la empresa Edenorte de negligencia e irresponsabilidad. “La gente paga su factura puntualmente, pero el servicio es inestable y deficiente. No se puede seguir viviendo así”, advirtió el dirigente.
La convocatoria de huelga llega apenas días después de que las autoridades locales celebraran la suspensión de un paro anterior, previsto para finales de julio, impulsado por el activista Momón Rodríguez. La gobernadora civil de Duarte, Xiomara Cortés, y el alcalde Alex Díaz habían respirado aliviados. Sin embargo, la tregua ha sido breve.
El trasfondo del conflicto es profundo: las organizaciones sociales reclaman desde hace años una larga lista de obras públicas, servicios básicos y mejoras estructurales que, según aseguran, el gobierno del presidente Luis Abinader ha manejado con lentitud. “Las autoridades aún están a tiempo de evitar el paro. Solo tienen que actuar con responsabilidad”, expresó Monegro, quien adelantó que se están articulando acciones de presión antes de octubre, como medida de advertencia.
El malestar se expande. A medida que la frustración crece entre los francomacorisanos, la huelga se perfila no solo como una protesta por los apagones, sino como un grito colectivo frente a un modelo de gestión que, desde la óptica de los manifestantes, ha ignorado sistemáticamente sus demandas.
Desde la gobernación provincial se ha insinuado que se tocarán puertas en el Palacio Nacional para buscar respuestas. Pero, por ahora, en las calles de San Francisco de Macorís reina la incertidumbre y el desgaste de una paciencia que parece agotarse.