La provincia cuenta con recursos, historia y talento, pero carece de una agenda común que articule su desarrollo sostenible
Por Alfredo Cruz Polanco
La provincia de La Vega, en la República Dominicana, ocupa un lugar preponderante en el desarrollo del país. Está situada en un punto geográfico privilegiado, prácticamente en el centro del territorio nacional, y limita con nueve provincias: Santiago, Espaillat, Duarte, Hermanas Mirabal, Sánchez Ramírez, Monseñor Nouel, San Juan, Ocoa y Azua. Excepto las tres últimas, todas se encuentran a una distancia aproximada de veinticinco minutos.
Por esta ubicación estratégica, muchos de los acontecimientos económicos, políticos o sociales relevantes que suceden en La Vega repercuten o generan un efecto dominó en las demás provincias. De ahí el interés de todos los partidos políticos por ganar influencia en su territorio.
La provincia cuenta con una población superior a los 440 mil habitantes, distribuidos en cuatro municipios de gran importancia productiva: La Vega, Constanza, Jarabacoa y Jima Abajo. La actividad agrícola es diversa y significativa: arroz, yuca, plátano, hortalizas y vegetales. Además, destaca en la producción avícola y posee un notable potencial turístico.
En términos financieros, La Vega alberga bancos comerciales, asociaciones de ahorros y préstamos, y cooperativas de gran tamaño. También dispone de tres universidades, lo que la convierte en una de las provincias con mayor número de bachilleres jóvenes. Su economía se fortalece con industrias importantes, un moderno Parque de Zona Franca, una emisora-escuela (Radio Santa María) y una cadena de emisoras de radio y televisión por cable. A esto se suman modernas vías terrestres, restaurantes de alta calidad, agencias distribuidoras de vehículos, tierras fértiles y abundantes fuentes de agua.
Cuenta, además, con una Cámara de Comercio y Producción reconocida por su dinamismo y liderazgo joven. La Vega tiene un legado histórico y religioso de gran valor, marcado por la influencia de figuras como el padre Francisco Fantino Falco, cuya labor sacerdotal y social dejó huellas profundas en la vida de la provincia.
Sin embargo, a pesar de esta riqueza material, humana y cultural, el liderazgo empresarial, político, religioso, social y profesional de La Vega se encuentra fragmentado. Cada sector actúa por separado, sin una cabeza visible que coordine esfuerzos mediante una agenda común de desarrollo. La ausencia de esta unidad ha impedido la canalización, ejecución o seguimiento de múltiples proyectos sociales y de infraestructura. El protagonismo y los celos entre actores clave han frenado el progreso colectivo.
Hace algunos años se elaboró un Plan Estratégico de Desarrollo que diagnosticó la realidad de la provincia y sus municipios. No obstante, el documento fue archivado y permanece sin seguimiento, a pesar del esfuerzo, tiempo y recursos invertidos en su formulación.
Es urgente lograr la unidad en medio de la diversidad de criterios. En este contexto, la alcaldía del municipio cabecera, La Vega, debe asumir el liderazgo y articular una alianza con la Cámara de Comercio y Producción, y con la Asociación para el Desarrollo, como ha ocurrido exitosamente en otros municipios del país.
La reciente designación de monseñor Carlos Tomás Morel Diplán como obispo de la Diócesis de La Vega representa una oportunidad. Reconocido por su formación intelectual y compromiso ambiental, su figura puede ser clave en la convocatoria a la unidad, como lo fue en su momento monseñor Juan Antonio Flores Santana, precursor de importantes obras para la provincia.
Numerosos problemas sociales e infraestructurales podrían resolverse con rapidez si existiera voluntad colectiva. Un ejemplo evidente es el colapso del puente de acceso principal a la ciudad de La Vega, que lleva más de dos años sin reparación, afectando gravemente la actividad económica local.
La experiencia de otras provincias puede servir de inspiración. La propuesta del Expreso Cibao Central, impulsada por las Cámaras de Comercio y Producción y las Asociaciones para el Desarrollo de Santiago, San Francisco de Macorís, Hermanas Mirabal, Tenares y Espaillat, demuestra lo que puede lograrse mediante la colaboración interinstitucional. Esta obra conectará dichas provincias con la Autopista Duarte y el Aeropuerto Internacional del Cibao, promoviendo el desarrollo regional.
Ojalá que en La Vega también se logre esa articulación. Que así sea.