Por Alfredo Cruz Polanco
La Autopista Juan Pablo Duarte, la principal vía de comunicación terrestre de la República Dominicana, se ha convertido en una de las rutas más peligrosas del país. Desde hace más de cinco años, este tramo está siendo intervenido lentamente por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, desde el kilómetro 9 de Santo Domingo hasta Santiago de los Caballeros.
A pesar de esta prolongada intervención, a lo largo de todo el recorrido persisten graves deficiencias: falta de señalización adecuada y ausencia de patrullas del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant), entidad responsable de organizar el transporte terrestre y garantizar la seguridad vial. Sin embargo, dicho organismo brilla por su ausencia, especialmente durante las noches, justo en una época de intensas lluvias, de incremento del flujo vehicular y de mayor circulación de camiones articulados de doble estructura. Muchos de estos vehículos transitan con neumáticos en mal estado y sin luces traseras, generando un riesgo extremo para todos los usuarios de la vía.
Esta preocupante realidad la comprobamos la semana pasada al viajar de noche desde Santo Domingo hacia La Vega. En medio de una lluvia intensa, nos encontramos con al menos doce vehículos pesados circulando a gran velocidad, todos sin luces traseras y sin la presencia de una sola patrulla del Intrant que vigilara, fiscalizara o sancionara estas violaciones. La ausencia es aún más crítica en los puntos donde más se requiere supervisión: cierres de carriles, puentes intervenidos y zonas en reparación, que aumentan significativamente la probabilidad de accidentes.
Las consecuencias de esta negligencia son visibles y dolorosas. La semana pasada, en el tramo Pontón, La Vega, perdió la vida el destacado empresario de Sánchez Ramírez, Miguel Mirambeaux, y varias personas resultaron gravemente heridas, víctimas de las condiciones inseguras de esta autopista.
¿Cómo es posible que, en plena época navideña —con mayor circulación de vehículos pesados y abundantes lluvias— una vía en reparación, con carriles cerrados, puentes afectados y señalización insuficiente, no cuente con la presencia activa del organismo responsable de velar por la seguridad vial?
Consideramos que la responsabilidad por los constantes accidentes y la pérdida de tantas vidas valiosas recae directamente en las autoridades y en las instituciones encargadas, por su falta de acción frente a la evidente violación de la Ley de Tránsito Terrestre.
Ojalá que en estas navidades Dios nos proteja y nos libre de accidentes lamentables, porque no podemos confiar en la protección del organismo que debería garantizarla. A pesar de los recursos invertidos y de la propaganda que no se traduce en resultados, el Intrant sigue siendo un antro de corrupción y un cero a la izquierda. ¡Que me prueben lo contrario!
El autor es contador público autorizado y máster en Relaciones Internacionales. Fue diputado al Congreso Nacional y miembro de la Cámara de Cuentas de la República (2010-2016).





