
La obra vial desalojó negocios y aisló comunidades; el Gobierno promete puentes peatonales para reducir riesgos y mejorar el tránsito.
Por John Santos
SANTIAGO, República Dominicana. — Lo que comenzó como una solución vial en la autopista Duarte ha desatado una serie de tensiones y dificultades para residentes y comerciantes de varias comunidades entre Santiago, La Vega y Moca. Ayer martes, la empresa contratista encargada de construir un nuevo retorno inició el desalojo y demolición de múltiples negocios situados en la zona de Ortega, en el distrito municipal de Moca, provincia Espaillat.
Gomerías, agencias de vehículos y almacenes fueron desmontados por brigadas de obreros para dar paso al ambicioso proyecto de reconfiguración del tránsito, que forma parte de una intervención más amplia en la principal arteria terrestre del país.
Pero la obra ha provocado algo más que polvo y escombros: comunidades enteras denuncian que han quedado prácticamente aisladas. Líderes comunitarios aseguran que la gran distancia entre los retornos existentes ha incrementado el riesgo de accidentes y ha dificultado el acceso a servicios esenciales.
“Yo mismo vivo en Ortega y con la reconstrucción de la autopista Duarte nos dejaron incomunicados”, afirmó Arcadio Antonio Rodríguez Ceballos, propietario de varios de los negocios afectados. Rodríguez Ceballos confirmó haber firmado un acuerdo para recibir una compensación de 10.3 millones de pesos por la cesión de 764 metros cuadrados. Sin embargo, otros comerciantes aún esperan el pago de sus indemnizaciones.
El Ministerio de Obras Públicas ha anunciado la construcción de puentes peatonales a lo largo de los nueve kilómetros intervenidos, desde la entrada al Aeropuerto Internacional del Cibao hasta la avenida Víctor Espaillat Mera y la zona monumental de Santiago. La medida busca reducir la elevada tasa de accidentes que, según informes comunitarios, se ha disparado desde que comenzaron las obras.
En la comunidad de Canabacoa, donde ya se habilitó un retorno, los conductores se quejan de su deficiente señalización y visibilidad. “Uno tiene que estar muy atento para no pasar, porque no se ve bien”, comentó un chófer del transporte público local.
La intervención de la autopista Duarte, que conecta el norte y el sur del país, inició en 2022 bajo la administración del presidente Luis Abinader, con una inversión estimada de más de 18 mil millones de pesos. Aunque se han completado tramos importantes, varias secciones siguen en construcción tres años después.
Construida en 1922, la autopista sigue siendo un eje vital del transporte nacional. Pero su modernización, aunque necesaria, ha expuesto una dolorosa paradoja: el progreso de unos parece significar el retroceso de otros.